Page 172 - El Señor de los Anillos
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redonda  cubierta  con  un  mantel  blanco  y  encima  una  gran  campanilla.  Pero
      Nob, el sirviente hobbit, apareció antes que llamaran. Trajo velas y una bandeja
      colmada de platos.
        —¿Desean algo para beber, señores? —preguntó—. ¿Quieren que les muestre
      los dormitorios mientras esperan la cena?
        Se habían lavado ya y estaban rodeados de buenos jarros de cerveza cuando
      el señor Mantecona y Nob aparecieron de nuevo. En un abrir y cerrar de ojos
      tendieron  la  mesa.  Había  sopa  caliente,  carne  fría,  una  tarta  de  moras,  pan
      fresco, mantequilla y medio queso bien estacionado: una buena comida sencilla,
      tan  buena  como  cualquiera  de  la  Comarca  y  bastante  familiar  como  para
      quitarle  a  Sam  los  últimos  recelos  (que  la  excelencia  de  la  cerveza  ya  había
      aliviado bastante).
        El posadero se entretuvo allí unos momentos y al fin anunció que se iba.
        —No sé si querrán unirse a nosotros después de cenar —dijo desde la puerta.
      Quizá  prefieran  acostarse.  De  cualquier  modo  nos  agradaría  mucho  que  nos
      acompañaran, si tienen ganas. No recibimos a menudo a Gente del Exterior…
      perdón,  viajeros  de  la  Comarca,  quiero  decir;  y  nos  gusta  enterarnos  de  las
      últimas  noticias,  o  quizás  oír  una  historia  o  una  canción,  como  prefieran.
      ¡Decidan ustedes! Cualquier cosa que necesiten, ¡toquen la campanilla!
        Luego de la cena (que había durado tres cuartos de hora, sin la interrupción
      de palabras inútiles) Frodo, Pippin y Sam se sintieron tan frescos y animados que
      decidieron unirse a los otros huéspedes. Merry dijo que el aire del salón debía de
      ser sofocante.
        —Me quedaré aquí un rato sentado junto al fuego y luego quizá salga a tomar
      un poco de aire. Cuídense y no olviden que hemos escapado en secreto y que aún
      estamos en camino ¡y no muy lejos de la Comarca!
        —¡Bueno, bueno! —dijo Pippin—. ¡Cuídate tú también! ¡No te pierdas y no
      olvides que adentro estarás más seguro!
      Los huéspedes estaban reunidos en el salón común de la posada. La concurrencia
      era  numerosa  y  heterogénea,  descubrió  Frodo,  cuando  los  ojos  se  le
      acostumbraron a la luz. Esta procedía sobre todo de un llameante fuego de leña,
      pues los tres faroles que pendían de las vigas eran débiles y estaban velados por
      el humo. Cebadilla Mantecona, de pie junto al fuego, hablaba con una pareja de
      enanos y con uno o dos hombres de extraño aspecto. En los bancos había gentes
      diversas:  hombres  de  Bree,  un  grupo  de  hobbits  locales  sentados  juntos,
      charlando,  algunos  enanos  más  y  otras  figuras  difíciles  de  distinguir  en  las
      sombras y rincones.
        Tan pronto como los hobbits de la Comarca entraron en el salón, se alzó un
      coro de voces: Bree les daba la bienvenida. Los extraños, especialmente los que
      habían  venido  por  el  Camino  Verde,  los  miraron  con  curiosidad.  El  posadero
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