Page 173 - El Señor de los Anillos
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presentó los recién llegados a la gente de Bree, tan rápidamente que aunque los
      hobbits  entendían  los  nombres  no  estaban  seguros  de  saber  a  quién  pertenecía
      éste  y  a  quién  este  otro.  Todos  los  hombres  de  Bree  parecían  tener  nombres
      botánicos (y bastante raros para la gente de la Comarca), tales como juncales,
      Madreselva, Matosos, Manzanero, Cardoso y Helechal (y Cebadilla Mantecona).
      Algunos hobbits tenían nombres similares. Los Artemisa, por ejemplo, parecían
      numerosos.  Pero  la  mayoría  llevaba  nombres  sacados  de  accidentes  naturales
      como Bancos, Tejonera, Cuevas, Arenas y Tunelo, muchos de los cuales eran
      comunes  en  la  Comarca.  Había  varios  Sotomonte  de  Entibo  y  como  no
      alcanzaban  a  imaginar  que  compartiesen  un  nombre  y  no  fuesen  parientes,
      tomaron cariñosamente a Frodo por un primo perdido hacía tiempo.
        Los hobbits de Bree eran en verdad amables y curiosos y Frodo pronto se dio
      cuenta de que tendría que dar alguna explicación de lo que hacía. Dijo que le
      interesaban  la  geografía  y  la  historia  (y  aquí  hubo  muchos  cabeceos  de
      asentimiento,  aunque  estas  palabras  no  eran  muy  comunes  en  el  dialecto  de
      Bree). Declaró que pensaba escribir un libro (lo que provocó un asombro mudo)
      y  que  él  y  sus  amigos  deseaban  informarse  acerca  de  los  hobbits  que  vivían
      fuera de la Comarca, sobre todo en las tierras del oeste.
        Junto  con  este  anuncio  estalló  un  coro  de  voces.  Si  Frodo  hubiese  querido
      realmente  escribir  un  libro  y  hubiera  tenido  muchas  orejas,  habría  reunido
      material para varios capítulos en unos pocos minutos. Y como si esto no fuera
      suficiente  le  dieron  toda  una  lista  de  nombres,  encabezada  por  « nuestro  viejo
      Cebadilla» , a quienes podía recurrir en busca de más información. Pero al cabo
      de  un  rato,  como  Frodo  no  diera  ninguna  señal  de  querer  escribir  un  libro  allí
      mismo y en seguida, los hobbits de Bree volvieron a hacer preguntas sobre lo que
      pasaba  en  la  Comarca.  Frodo  no  se  mostró  muy  comunicativo  y  pronto  se
      encontró solo, sentado en un rincón, escuchando y mirando alrededor.
        Los hombres y los enanos hablaban sobre todo de acontecimientos distantes y
      daban noticias de una especie que era ya demasiado familiar. Había problemas
      allá en el Sur y parecía que los hombres que habían venido por el Camino Verde
      habían partido en busca de tierras donde pudieran encontrar un poco de paz. Las
      gentes  de  Bree  los  trataban  con  simpatía,  pero  no  parecían  muy  dispuestos  a
      recibir un gran número de extranjeros en aquellos reducidos territorios. Uno de
      los viajeros, bizco, poco agraciado, pronosticaba que en el futuro cercano más y
      más gente subiría al norte.
        —Si no les encuentran lugar, lo encontrarán ellos mismos. Tienen derecho a
      vivir, tanto como otros —dijo con voz fuerte. Los habitantes del lugar no parecían
      muy complacidos con esta perspectiva.
        Los hobbits no prestaron mucha atención a todo esto, que por el momento no
      parecía  concernir  a  la  Comarca.  Era  difícil  que  la  Gente  Grande  pretendiera
      alojarse en los agujeros de los hobbits. Estaban aquí más interesados en Sam y
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