Page 193 - El Señor de los Anillos
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cosa que bromas y juegos. Pero este asunto nuestro será la mayor de sus
empresas.
Pippin bostezó.
—Lo siento —dijo—, pero no me tengo en pie. A pesar de tantos peligros y
preocupaciones he de irme a la cama, o me dormiré aquí sentado. ¿Dónde está
ese tonto de Merry? Sería el colmo, si hay que salir a buscarlo a la oscuridad.
En ese momento oyeron un portazo. Luego unos pies vinieron corriendo por el
pasillo. Merry entró precipitadamente, seguido por Nob. Cerró de prisa la puerta
y se apoyó contra ella. Estaba sin aliento. Los otros lo observaron un momento
alarmados, antes que él dijera, jadeando:
—¡Los he visto, Frodo! ¡Los he visto! ¡Jinetes Negros!
—¡Jinetes Negros! —gritó Frodo—. ¿Dónde?
—Aquí. En la aldea. Estuve adentro una hora. Luego como no volvías, salí a
dar un paseo. De regreso me detuve justo fuera de la luz de la lámpara, a mirar
las estrellas. De pronto me estremecí y sentí que algo horrible se arrastraba
cerca de mí, algo así como una sombra más espesa entre las sombras del
camino, al borde del círculo de la luz. En seguida se deslizó a la oscuridad sin
hacer ningún ruido. No vi ningún caballo.
—¿Hacia dónde fue? —preguntó Trancos bruscamente.
Merry se sobresaltó, advirtiendo por primera vez la presencia del extraño.
—¡Continúa! —dijo Frodo—. Es un amigo de Gandalf. Te explicaré más
tarde.
—Me pareció que subía por el camino, hacia el este —prosiguió Merry—.
Traté de seguirlo. Por supuesto, desapareció casi en seguida, pero yo doblé en la
esquina y llegué casi hasta la última casa al borde del Camino.
Trancos miró asombrado a Merry.
—Tienes un corazón a toda prueba —dijo—, pero fue una tontería.
—No lo sé —dijo Merry—. Ni coraje ni estupidez, me parece. No pude
contenerme. Fue como si algo me arrastrara. De cualquier modo, allá fui y de
pronto oí voces junto a la cerca. Una murmuraba; la otra susurraba, o siseaba.
No pude oír una palabra de lo que decían. No me acerqué más porque empecé a
temblar de pies a cabeza. Luego sentí pánico y me volví y ya estaba echando a
correr de vuelta cuando algo vino por detrás y… caí al suelo.
—Yo lo encontré, señor —intervino Nob—. El señor Mantecona me mandó
fuera con una linterna. Bajé a la Puerta del Oeste y luego retrocedí subiendo
hasta la Puerta del Sur. Justo al lado de la casa de Bill Helechal alcancé a ver algo
en el camino. No puedo jurarlo, pero me pareció que dos hombres se inclinaban
sobre un bulto y lo alzaban. Lancé un grito, pero cuando llegué al lugar no vi a
nadie; sólo al señor Brandigamo que estaba tendido junto a la ruta. Parecía estar
dormido. « Pensé que había caído en un pozo profundo» , me dijo cuando lo