Page 194 - El Señor de los Anillos
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sacudí. Estaba raro y tan pronto como lo desperté se levantó y escapó hacia aquí
como una liebre.
—Temo que así sea —dijo Merry—, aunque no sé qué dije. Tuve un mal
sueño que no puedo recordar. Perdí todo dominio de mí mismo. No sé qué me
pasó.
—Yo sí —dijo Trancos—. El Soplo Negro. Los Jinetes deben de haber dejado
los caballos afuera y entraron en secreto por la Puerta del Sur. Ya estarán
enterados de todas las novedades, pues han visitado a Bill Helechal; y es probable
que ese sureño sea también un espía. Algo puede ocurrir esta noche, antes que
dejemos Bree.
—¿Qué puede ocurrir? —dijo Merry—. ¿Atacarán la posada?
—No, creo que no —dijo Trancos—. No están todos aquí todavía. Y de
cualquier manera, no es lo que acostumbran, pues son mucho más fuertes en las
tinieblas y la soledad. No atacarán abiertamente una casa donde hay luces y
mucha gente; no mientras no estén en una situación desesperada, no mientras
tantas largas leguas nos separen de Eriador. Pero el poder de estos hombres se
apoya en el miedo y ya dominan a muchos de Bree. Empujarán a estos
desgraciados a alguna maldad: Helechal y algunos de los extranjeros y quizá
también el guardián de la puerta. Tuvieron una discusión con Herry en la Puerta
del Oeste, el lunes.
—Parece que estamos rodeados de enemigos —dijo Frodo—. ¿Qué vamos a
hacer?
—¡Os quedaréis aquí y no iréis a vuestros cuartos! Sin duda ya descubrieron
qué cuartos son. Los dormitorios de los hobbits tienen ventanas que miran al norte
y están cerca del suelo. Nos quedaremos todos juntos y atrancaremos la ventana
y la puerta. Pero primero Nob y yo traeremos vuestro equipaje. Durante la
ausencia de Trancos, Frodo hizo a Merry un rápido relato de todo lo que había
ocurrido en las últimas horas. Merry estaba todavía metido en la lectura y el
estudio de la carta de Gandalf cuando Trancos y Nob llegaron de vuelta.
—Bueno, señores —dijo Nob—; desarreglé las mantas y puse una almohada
en medio de la cama. Hice también una bonita imitación de la cabeza de usted
con un felpudo de lana de color castaño, señor Bol… Sotomonte, señor —añadió
con una sonrisa que mostraba los dientes. Pippin se rió.
—¡Gran parecido! —dijo—. ¿Pero qué harán cuando descubran el engaño?
—Ya se verá —dijo Trancos—. Esperemos poder resistir hasta la mañana.
—Buenas noches a todos —dijo Nob y salió a ocuparse de la vigilancia de las
puertas.
Amontonaron los sacos y el equipo en el piso de la salita. Apoyaron un sillón
bajo contra la puerta y cerraron la ventana. Frodo espió afuera y vio que la
noche era clara todavía. La Hoz [4] brillaba sobre las estribaciones de la colina de
Bree. Cerró luego atrancando las pesadas persianas interiores y corrió las