Page 200 - El Señor de los Anillos
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arruinadas y todo lo demás! ¿Qué tiempos son éstos?
        —Tiempos oscuros —dijo Trancos—. Pero por el momento podrás vivir en
      paz, una vez que te libres de nosotros. Partiremos en seguida. No te preocupes por
      el desayuno: bastará una taza de algo y un bocado de pie. Empacaremos en unos
      minutos.
        El  señor  Mantecona  corrió  a  ordenar  que  tuvieran  listos  los  poneys  y  a
      prepararles un « bocadillo» . Pero volvió muy pronto, aterrorizado. ¡Los poneys
      no  estaban!  Habían  abierto  las  puertas  de  los  establos  durante  la  noche  y  los
      animales habían desaparecido: no sólo los poneys de Merry sino también todas
      las otras bestias que se encontraban allí.
        Frodo se sintió aplastado por la noticia. ¿Cómo podrían llegar a Rivendel a pie,
      perseguidos por enemigos montados? Tanto valía que trataran de alcanzar la luna.
      Trancos los miró en silencio un rato, como sopesando la fuerza y el coraje de los
      hobbits.
        —Los poneys no nos ayudarán a escapar de hombres a caballo —dijo al fin
      con  aire  pensativo,  como  si  adivinara  lo  que  Frodo  tenía  en  la  cabeza—.  No
      iremos  más  despacio  a  pie,  no  por  los  caminos  que  yo  quisiera  tomar.  Yo  iré
      caminando de todos modos. Lo que me preocupa son las provisiones y el equipo.
      No encontraremos nada que comer de aquí a Rivendel, fuera de lo que llevemos
      con  nosotros,  y  sería  necesario  contar  con  bastantes  reservas,  pues  podríamos
      retrasarnos, obligados a hacer algún rodeo, apartándonos del camino principal.
      ¿Cuánto estáis dispuestos a cargar vosotros mismos?
        —Tanto  como  sea  necesario  —dijo  Pippin,  sintiéndose  desfallecer,  pero
      tratando de mostrar que era más fuerte de lo que parecía (o sentía).
        —Yo soportaría la carga de dos —dijo Sam con aire desafiante.
        —¿No  hay  nada  que  hacer,  señor  Mantecona?  —preguntó  Frodo—.  ¿No
      podríamos conseguir un par de poneys en la aldea, o por lo menos uno para el
      equipaje? No  pienso  que  podamos alquilarlos, pero  sí  quizá  comprarlos añadió
      con un tono indeciso, preguntándose si podría permitirse ese gasto.
        —Lo dudo —dijo el posadero tristemente—. Los dos o tres poneys de silla
      que había en Bree estaban aquí en mi establo y se han ido. En cuanto a otros
      animales, caballos, poneys de tiro, o lo que sea, hay pocos en Bree y no estarán
      en venta. Pero haré lo que pueda. Voy a sacar a Bob de la cama, que vaya a
      averiguar.
        —Sí —dijo Trancos de mala gana—, será lo mejor. Temo que sea menester
      llevar  un  poney  por  lo  menos.  ¡Pero  aquí  termina  toda  esperanza  de  salir
      temprano y de escurrirnos en silencio! Será casi como si hiciésemos sonar un
      cuerno anunciando la partida. Esto es parte del plan de ellos, sin duda.
        —Queda una miga de consuelo —dijo Merry—, y espero que más de una
      miga; podemos desayunar mientras esperamos y sentados. Llamemos a Nob.
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