Page 261 - El Señor de los Anillos
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Frodo se detuvo un momento volviendo la cabeza. Elrond estaba en su silla y
      el  fuego  le  iluminaba  la  cara  como  la  luz  de  verano  entre  los  árboles.  Cerca
      estaba sentada la Dama Arwen. Sorprendido, Frodo vio que Aragorn estaba de
      pie junto a ella. Llevaba recogido el manto oscuro y parecía estar vestido con la
      cota de malla de los elfos y una estrella le brillaba en el pecho. Hablaban juntos.
      De pronto le pareció a Frodo que Arwen se volvía hacia la puerta y que la luz de
      los ojos de la joven caía sobre él desde lejos y le traspasaba el corazón.
        Se quedó allí como esperando mientras las dulces sílabas de la canción élfica
      le llegaban como joyas claras de palabras y música.
        —Es un canto a Elbereth —dijo Bilbo—. Cantarán esa canción y otras del
      Reino Bienaventurado muchas veces esta noche. ¡Vamos!
        Fueron hasta el cuartito de Bilbo que se abría sobre los jardines y miraba al
      sur por encima de las barrancas del Bruinen. Allí se sentaron un rato, mirando
      por la ventana las estrellas brillantes sobre los bosques que crecían en las laderas
      abruptas y charlando en voz baja. No hablaron más de las menudas noticias de la
      Comarca  distante,  ni  de  las  sombras  oscuras  y  los  peligros  que  los  habían
      amenazado, sino de las cosas hermosas que habían visto juntos en el mundo, de
      los elfos, de las estrellas, de los árboles y de la dulce declinación del año brillante
      en los bosques.
      Alguien golpeó al fin la puerta.
        —Con  el  perdón  de  ustedes  —dijo  Sam  asomando  la  cabeza—,  pero  me
      preguntaba si necesitarían algo.
        —Con tu perdón, Sam Gamyi —replicó Bilbo—. Sospecho que quieres decir
      que es hora de que tu amo se vaya a la cama.
        —Bueno,  señor,  hay  un  Concilio  mañana  temprano,  he  oído,  y  hoy  es  el
      primer día que pasa levantado.
        —Tienes mucha razón, Sam —rió Bilbo—. Puedes ir a decirle a Gandalf que
      Frodo ya se fue a acostar. ¡Buenas noches, Frodo! ¡Qué bueno ha sido verte otra
      vez! En verdad, para una buena conversación no hay nadie como los hobbits. Me
      estoy  poniendo  viejo  y  ya  me  pregunto  si  llegaré  a  ver  los  capítulos  que  te
      corresponderán en nuestra historia. ¡Buenas noches! Estiraré un rato las piernas,
      me  parece,  y  miraré  las  estrellas  de  Elbereth  desde  el  jardín.  ¡Que  duermas
      bien!
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