Page 256 - El Señor de los Anillos
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estaba presente.
        Trancos miró gravemente a Bilbo.
        —Lo  sé  —dijo—,  pero  a  menudo  tengo  que  dejar  la  alegría  a  un  lado.
      Elladan  y  Elrohir  han  vuelto  inesperadamente  de  las  Tierras  Ásperas  y  traían
      noticias que yo quería oír en seguida.
        —Bueno,  querido  compañero  —dijo  Bilbo—,  ahora  que  oíste  las  noticias,
      ¿puedes dedicarme un momento? Necesito tu ayuda en algo urgente. Elrond dice
      que mi canción tiene que estar terminada antes de la noche y me encuentro en
      un atolladero. ¡Vayamos a un rincón a darle un último toque!
        Trancos sonrió.
        —¡Vamos! —dijo—. ¡Házmela escuchar!
      Dejaron un rato a Frodo a solas consigo mismo, pues Sam dormía ahora, y el
      hobbit se sintió como aislado del mundo y bastante abandonado, aunque todas las
      gentes  de  Rivendel  se  apretaban  alrededor.  Pero  quienes  estaban  más  cerca
      callaban,  atentos  a  la  música  de  las  voces  y  los  instrumentos,  sin  reparar  en
      ninguna otra cosa. Frodo se puso a escuchar.
        Al principio y tan pronto como prestó atención, la belleza de las melodías y
      de  las  palabras  entrelazadas  en  lengua  élfica,  aunque  entendía  poco,  obraron
      sobre él como un encantamiento. Le pareció que las palabras tomaban forma y
      visiones  de  tierras  lejanas  y  objetos  brillantes  que  nunca  había  visto  hasta
      entonces  se  abrieron  ante  él;  y  la  sala  de  la  chimenea  se  transformó  en  una
      niebla  dorada  sobre  mares  de  espuma  que  suspiraban  en  las  márgenes  del
      mundo. Luego el encantamiento fue más parecido a un sueño y en seguida sintió
      que  un  río  interminable  de  olas  de  oro  y  plata  venía  acercándose,  demasiado
      inmenso para que él pudiera abarcarlo; el río fue parte del aire vibrante que lo
      rodeaba,  lo  empapaba  y  lo  inundaba.  Frodo  se  hundió  bajo  el  peso
      resplandeciente  del  agua  y  entró  en  un  profundo  reino  de  sueños.  Allí  fue
      largamente de un lado a otro en un sueño de música que se transformaba en agua
      corriente y luego en una voz. Parecía la voz de Bilbo, que cantaba un poema.
      Débiles al principio y luego más claras se alzaron las palabras.
       Eärendil era un marino
       que en Arvernien se demoró;
       y un bote hizo en Nimrethel
       de madera de árboles caídos;
       tejió las velas de hermosa plata,
       y los faroles fueron de plata;
       el mascarón de proa era un cisne
       y había luz en las banderas.
       De una panoplia de antiguos reyes
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