Page 255 - El Señor de los Anillos
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Hizo una pausa y miró a Frodo como dudando.
—¿Lo tienes aquí? —preguntó en un murmullo—. No me aguanto de
curiosidad, entiendes, luego de todo lo que he oído. Me gustaría mucho echarle un
vistazo.
—Sí, lo tengo aquí —respondió Frodo, sintiendo de pronto una rara resistencia
—. Tiene el mismo aspecto de siempre.
—Bueno, me gustaría verlo un momento, nada más —dijo Bilbo.
Mientras se vestía, Frodo había descubierto que le habían colgado al cuello el
Anillo y que la cadena era nueva, liviana y fuerte. Sacó lentamente el Anillo.
Bilbo extendió la mano. Pero Frodo retiró en seguida el Anillo. Descubrió con
pena y asombro que ya no miraba a Bilbo; parecía como si una sombra hubiese
caído entre ellos y detrás de esa sombra alcanzaba a ver una criatura menuda y
arrugada, de rostro ávido y manos huesudas y temblorosas. Tuvo ganas de
golpearla.
La música y los cantos de alrededor se apagaron de algún modo y hubo un
silencio. Bilbo echó una rápida mirada a la cara de Frodo y se pasó una mano por
los ojos.
—Ahora entiendo —dijo—. ¡Apártalo! Lo lamento; lamento que te haya
tocado esa carga: lo lamento todo. ¿Las aventuras no terminan nunca? Supongo
que no. Alguien tiene que llevar adelante la historia. Bueno, no puede evitarse.
Me pregunto si valdrá la pena que termine mi libro. Pero no nos preocupemos
por eso ahora. ¡Veamos las noticias! ¡Cuéntame de la Comarca!
Frodo ocultó el Anillo y la sombra pasó dejando apenas una hilacha de
recuerdo. La luz y la música de Rivendel lo rodearon otra vez. Bilbo sonreía y
reía, feliz. Todas las noticias que Frodo le daba de la Comarca —ahora de cuando
en cuando aumentadas y corregidas por Sam— le parecían del mayor interés,
desde la tala de un arbolito hasta las travesuras del niño más pequeño de
Hobbiton. Estaban tan absortos en los acontecimientos de las Cuatro Cuadernas
que no advirtieron la llegada de un hombre vestido de verde oscuro. Durante
algunos minutos se quedó mirándolos con una sonrisa.
De pronto Bilbo alzó los ojos.
—¡Ah, al fin llegaste, Dúnadan! —exclamó.
—¡Trancos! —dijo Frodo—. Parece que tienes muchos nombres.
—Bueno, Trancos nunca lo había oído hasta ahora —dijo Bilbo—. ¿Por qué lo
llamas así?
—Así me llaman en Bree —dijo Trancos riéndose— y así fui presentado.
—¿Y por qué lo llamas tú Dúnadan? —preguntó Frodo.
—El Dúnadan —dijo Bilbo—. Así lo llaman aquí a menudo. Pensé que
conocías bastante élfico como para entender dún-adan: Hombre del Oeste,
Númenorean. ¡Pero no es momento de lecciones! —Se volvió hacia Trancos.
¿Dónde has estado, amigo mío? ¿Por qué no asististe al festín? La Dama Arwen