Page 253 - El Señor de los Anillos
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palacios del mundo.
El banquete concluyó por fin. Elrond y Arwen se incorporaron y atravesaron la
sala y los invitados los siguieron en orden. Las puertas se abrieron de par en par y
todos salieron a un pasillo ancho y cruzaron otras puertas y llegaron a otra sala.
No había mesas allí, pero un fuego claro ardía en una amplia chimenea entre
pilares tallados a un lado y a otro.
Frodo se encontró marchando al lado de Gandalf.
—Esta es la Sala del Fuego —dijo el mago—. Escucharás aquí muchas
canciones y relatos, si consigues mantenerte despierto. Pero fuera de las grandes
ocasiones la sala está siempre vacía y silenciosa y sólo vienen aquí quienes
buscan tranquilidad y recogimiento. La chimenea está encendida todo el año,
pero casi no hay otra luz.
Mientras Elrond entraba e iba hacia el asiento preparado para él, unos
trovadores elfos comenzaron a tocar una música suave. La sala se fue llenando
lentamente y Frodo observó con deleite las muchas caras hermosas que se
habían reunido allí; la luz dorada del fuego jugueteaba sobre las distintas
facciones y relucía en los cabellos. De pronto vio, no muy lejos del extremo
opuesto del fuego, una pequeña figura oscura sentada en un taburete, la espalda
apoyada en una columna. Junto a él, en el suelo, un tazón y un poco de pan.
Frodo se preguntó si el personaje estaría enfermo (si alguien podía enfermarse
en Rivendel), y no habría podido asistir al festín. Parecía dormir, la cabeza
inclinada sobre el pecho, y ocultaba la cara en un pliegue del manto negro.
Elrond se adelantó y se quedó de pie junto a la silenciosa figura.
—¡Despierta, pequeño señor! —dijo con una sonrisa. En seguida se volvió
hacia Frodo y le indicó que se acercara—. He aquí llegada la hora que tanto has
deseado, Frodo. He aquí un amigo que te ha faltado mucho tiempo.
La figura oscura alzó la cabeza y se descubrió la cara.
—¡Bilbo! —gritó Frodo reconociéndolo de pronto y dando un salto hacia
adelante.
—¡Hola, Frodo, mi muchacho! —dijo Bilbo—. Así que llegaste al fin.
Esperaba que tuvieras éxito. ¡Bueno, bueno! De modo que estos festejos son
todos en tu honor, me han dicho. Espero que lo hayas pasado bien.
—¿Por qué no estuviste presente? —gritó Frodo—. ¿Y por qué no me
permitieron que te viera antes?
—Porque estabas dormido. Pero yo te vi bastante. He estado sentado a tu lado
junto con Sam todos estos días. Pero en cuanto a la fiesta, ya no frecuento mucho
esas cosas. Y tenía otra cosa que hacer.
—¿Qué estabas haciendo?
—Bueno, estaba sentado aquí, meditando. Lo hago con frecuencia desde hace
un tiempo y este sitio es en general el más adecuado. ¡Despierta, qué noticia! —