Page 444 - El Señor de los Anillos
P. 444

que no dejaré a Frodo. Yo elegiría Minas Tirith, pero si él piensa otra cosa, lo
      seguiré.
        —Yo también iré con Frodo —dijo Legolas—. Sería desleal despedirme de él
      ahora.
        —Sería de veras una traición, si todos lo abandonáramos —dijo Aragorn—.
      Pero si va hacia el este, no es necesario que lo acompañemos todos, ni creo que
      convenga. Es un riesgo desesperado, tanto para ocho como para dos o tres, o uno
      solo.  Si  se  me  permitiera  elegir,  yo  designaría  tres  compañeros:  Sam,  que  no
      podría soportar que fuera de otro modo; Gimli y yo mismo. Boromir volverá a
      Minas Tirith donde su padre y la gente lo necesitan y junto con él irían los demás,
      o al menos Meriadoc y Peregrin, si Legolas no está dispuesto a dejarnos.
        —¡Imposible! —exclamó Merry—. ¡No podemos dejar a Frodo! Pippin y yo
      decidimos  desde  un  principio  acompañarlo  a  todas  partes  y  aún  es  así  para
      nosotros. Aunque antes no entendimos lo que eso significaba. Parecía distinto allá
      lejos, en la Comarca o en Rivendel. Sería una locura y una crueldad permitir que
      Frodo vaya a Mordor. ¿Por qué no podemos impedírselo?
        —Tenemos que impedírselo —dijo Pippin—. Y por eso está preocupado, no
      me cabe ninguna duda. Sabe que no estaremos de acuerdo si quiere ir al este. Y
      no le gusta pedirle a alguien que lo acompañe, pobre viejo. Y no podría ser de
      otra manera. ¡Ir a Mordor solo! —Pippin se estremeció—. Pero el viejo, tonto y
      querido hobbit debiera saber que no tiene nada que pedir. Debiera saber que si no
      podemos detenerlo, no lo dejaremos solo.
        —Perdón —dijo Sam—. No creo que ustedes entiendan del todo a mi amo.
      Las dudas que él tiene no se refieren al camino. ¡Claro que no! ¿De qué serviría
      Minas  Tirith  de  todos  modos?  A  él  quiero  decir,  si  usted  me  perdona,  señor
      Boromir —añadió, volviéndose.
        Fue  entonces  cuando  descubrieron  que  Boromir,  quien  al  principio  había
      esperado en silencio fuera del círculo, ya no estaba con ellos.
        —¿Qué ha ido a hacer ahora? —preguntó Sam, preocupado—. Ha estado raro
      desde hace un tiempo, me parece. De cualquier modo no es un problema de él.
      Se ha ido a su casa, como siempre ha dicho, y no lo culpo. Pero el señor Frodo
      sabe  que  necesita  encontrar  las  Grietas  del  Destino,  si  es  posible.  Pero  tiene
      miedo.  Ahora  que  ha  llegado  el  momento  de  decidirse,  está  simplemente
      aterrorizado.  Este  es  su  problema.  Por  supuesto  ha  ganado  un  poco  de
      experiencia, por así decir —como todos nosotros— desde que salimos de casa, o
      estaría tan asustado que tiraría el Anillo al río y se escaparía. Pero tiene todavía
      demasiado  miedo  para  ponerse  en  camino.  Y  tampoco  está  preocupado  por
      nosotros: si vamos a ir con él o no. Sabe que no lo dejaríamos solo, ¡Recuerden lo
      que digo! Vamos a tener dificultades cuando venga. Y estará de veras decidido,
      tan cierto como que se llama Bolsón.
        —Pienso que hablas con más sabiduría que ninguno de nosotros, Sam —dijo
   439   440   441   442   443   444   445   446   447   448   449