Page 443 - El Señor de los Anillos
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Descendió rápidamente por el sendero y llegó de vuelta al prado donde lo
había encontrado Boromir. Allí se detuvo y escuchó. Creyó oír gritos y llamados
que venían de los bosques cercanos a la costa.
—Estarán buscándome —se dijo—. Me pregunto cuánto tiempo he estado
ausente. Horas quizá. ¿Qué puedo hacer? —murmuró titubeando—. Tengo que
irme ahora, o no me iré nunca. No tendré otra oportunidad. Odio abandonarlos y
más de este modo, sin ninguna explicación. Pero creo que ellos entenderán. Sam
entenderá. ¿Y qué otra cosa puedo hacer?
Lentamente extrajo el Anillo y se lo puso una vez más. Desapareció y
descendió por la colina, leve como el roce del viento.
Los otros permanecieron un tiempo junto al río. Habían estado callados un rato,
yendo de un lado a otro, inquietos, pero ahora estaban sentados en círculo y
hablaban. De cuando en cuando trataban de hablar de alguna otra cosa, del largo
camino y de las numerosas aventuras que habían encontrado; interrogaron a
Aragorn acerca del reino de Gondor en los tiempos antiguos, y los restos de las
grandes obras que podían verse aún en estas extrañas regiones fronterizas de los
Emyn Muil: los reyes de piedra y los sitiases de Lhaw y Hen y la gran escalera
junto a los saltos del Rauros. Pero los pensamientos y las palabras de todos
volvían una y otra vez a Frodo y el Anillo. ¿Qué decidiría Frodo? ¿Por qué
dudaba?
—Trata de averiguar qué camino es el más desesperado, me parece —dijo
Aragorn—. No me sorprende. Hay menos esperanzas que nunca para la
Compañía si vamos hacia el este. Gollum nos ha seguido el rastro y es posible
que nuestro viaje ya no sea un secreto. Pero Minas Tirith no está más cerca del
Fuego y la destrucción de la Carga.
» Podemos quedarnos aquí un tiempo y defendernos como bravos, pero el
Señor Denethor y todos sus hombres no podrían conseguir lo que no está al
alcance de los poderes de Elrond, según dijo él mismo: o mantener en secreto la
Carga, o mantener a distancia a las fuerzas del enemigo cuando venga tras ella.
¿Qué camino elegiríamos nosotros en el lugar de Frodo? No lo sé. Nunca hemos
necesitado más a Gandalf.
—Cruel ha sido nuestra pérdida —dijo Legolas—, pero tendremos que
encontrar alguna solución sin la ayuda de Gandalf. ¿Por qué no lo decidimos
entre todos y ayudamos así a Frodo? ¡Llamémoslo de vuelta y votemos! Yo
votaré por Minas Tirith.
—Y yo también —dijo Gimli—. Nosotros, por supuesto, sólo vinimos a
ayudar al Portador a lo largo del camino y no tenemos por qué ir más allá;
ninguno de nosotros ha hecho un juramento ni ha recibido la orden de buscar la
Montaña del Destino. Dejar Lothlórien fue duro para mí. Pero he venido aquí tan
lejos y digo ahora. Ha llegado el momento de la última decisión y es evidente