Page 619 - El Señor de los Anillos
P. 619
puerta ancha que se abría a la izquierda, en lo alto de una escalera. La puerta
daba a una sala espaciosa, con otras puertas más pequeñas en el fondo y un
hogar y una chimenea en un costado. La cámara había sido tallada en la roca
viva; y en otros tiempos debió de ser oscura, pues todas las ventanas miraban al
túnel. Pero la luz entraba ahora por el techo roto. En el hogar ardía un fuego de
leña.
—He encendido un pequeño fuego —dijo Pippin—. Nos reanimaba en las
horas de niebla. Había poca leña por aquí y casi toda la que encontrábamos
estaba mojada. Pero la chimenea tira muy bien: parece que sube en espiral a
través de la roca y por fortuna no está obstruida. Un fuego es siempre agradable.
Tostaré el pan, pues ya tiene tres o cuatro días, me temo.
Aragorn y sus compañeros se sentaron a uno de los extremos de la larga
mesa y los hobbits desaparecieron por una de las puertas interiores.
—La despensa está allá adentro y muy por encima del nivel de la inundación,
felizmente —dijo Pippin, cuando volvieron cargados de platos, tazas, fuentones,
cuchillos y alimentos variados.
—Y no tendrás motivos para torcer la cara, maese Gimli —dijo Merry—.
Esta no es comida de orcos, son alimentos humanos, como los llama Bárbol.
¿Queréis vino o cerveza? Hay un barril allí dentro… bastante bueno. Y esto es
cerdo salado de primera calidad. También puedo cortaros algunas lonjas de
tocino y asarlas, si preferís. Nada verde, lo lamento, ¡las entregas se
interrumpieron hace varios días! No puedo serviros un segundo plato excepto
mantequilla y miel para el pan. ¿Estáis conformes?
—Sí, por cierto —dijo Gimli—. La deuda se ha reducido considerablemente.
Muy pronto los tres estuvieron dedicados a comer; y los dos hobbits se
sentaron a comer por segunda vez, sin ninguna vergüenza.
—Tenemos que acompañar a nuestros invitados —dijeron.
—Sois todo cortesías esta mañana —rió Legolas—. Pero si no hubiésemos
llegado, quizás estuvieseis otra vez comiendo, para acompañaros a vosotros
mismos.
—Quizás, ¿y por qué no? —dijo Pippin—. Con los orcos, la comida era
repugnante, y antes de eso más que insuficiente durante muchos días. Hacía
tiempo que no comíamos a gusto.
—No parece haberos hecho mucha mella —dijo Aragorn—. A decir verdad,
se os ve rebosantes de salud.
—Sí, por cierto —dijo Gimli, mirándolos de arriba abajo por encima del
borde del tazón—. Cómo, tenéis el pelo mucho más rizado y espeso que cuando
nos separamos; y hasta juraría que habéis crecido, si tal cosa fuera todavía
posible en hobbits de vuestra edad. Ese Bárbol, en todo caso, no os ha matado de
hambre.
—No —dijo Merry—. Pero los ents sólo beben y la bebida sola no satisface.