Page 622 - El Señor de los Anillos
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látigos y la suciedad y el hedor y todo eso, no soporto recordarlo.
Y a continuación se puso a contar la última batalla de Boromir y la marcha
de los orcos de Emyn Muil al bosque. Los otros asentían cuando los diferentes
puntos coincidían con lo que ellos habían supuesto.
—Aquí os traigo algunos de los tesoros que sembrasteis por el camino —dijo
Aragorn—. Os alegrará recobrarlos. —Se desprendió el cinturón bajo la capa y
sacó los dos puñales envainados.
—¡Bravo! —exclamó Merry—. ¡Jamás pensé que los volvería a ver! Marqué
con el mío a unos cuantos orcos; pero Uglúk nos los quitó. ¡Qué furioso estaba! Al
principio creí que me iba a apuñalar, pero arrojó los puñales a lo lejos como si le
quemasen.
—Y aquí tienes también tu broche, Pippin —dijo Aragorn—. Te lo he cuidado
bien, pues es un objeto muy precioso.
—Lo sé —dijo Pippin—. Me dolía tener que abandonarlo; pero ¿qué otra cosa
podía hacer?
—Nada —respondió Aragorn—. Quien no es capaz de desprenderse de un
tesoro en un momento de necesidad es como un esclavo encadenado. Hiciste
bien.
—¡La forma en que te cortaste las ataduras de las muñecas, ése fue un buen
trabajo! —dijo Gimli—. La suerte te ayudó en aquella circunstancia, pero tú te
aferraste a la ocasión con ambas manos, por así decir.
—Y nos planteó un enigma difícil de resolver —dijo Legolas—. ¡Llegué a
pensar que te habían crecido alas!
—Desgraciadamente no —dijo Pippin—. Pero vosotros no sabéis nada
acerca de Grishnákh. —Se estremeció y no dijo una palabra más, dejando que
Merry describiera aquellos últimos y horribles momentos: el manoseo, el aliento
quemante y la fuerza atroz de los velludos brazos de Grishnákh.
—Todo esto que contáis acerca de los orcos de Mordor, o Lugbúrz como ellos
lo llaman, me inquieta —dijo Aragorn—. El Señor Oscuro sabía ya demasiado y
también sus sirvientes; y es evidente que Grishnákh envió un mensaje a través del
río después del combate. El Ojo Rojo mirará ahora hacia Isengard. Pero en este
momento Saruman se encuentra en un atolladero que él mismo se ha fabricado.
—Sí, y quienquiera que triunfe, las perspectivas no son brillantes para él —
dijo Merry—. La suerte empezó a serle adversa cuando los orcos entraron en
Rohan.
—Nosotros alcanzamos a verlo fugazmente, al viejo malvado, o por lo menos
eso insinúa Gandalf —dijo Gimli—. A la orilla del bosque.
—¿Cuándo ocurrió? —preguntó Pippin.
—Hace cinco noches.
—Déjame pensar —dijo Merry—: hace cinco noches… ahora llegamos a
una parte de la historia de la que nada sabéis. Encontramos a Bárbol esa mañana