Page 624 - El Señor de los Anillos
P. 624

estaba  poblado  de  crujidos.  La  noche  era  nublada  y  muy  oscura.  Tan  pronto
      como  dejaron  atrás  las  colinas,  echaron  a  andar  muy  rápidamente,  un  ruido
      como  de  ráfagas  huracanadas.  La  Luna  no  apareció  entre  las  nubes  y  poco
      después de medianoche un bosque de árboles altos rodeaba toda la parte norte de
      Isengard. No vimos rastros de enemigos ni de la presencia de centinelas. Una luz
      brillaba en una ventana alta de la torre y nada más.
        » Bárbol y algunos otros ents siguieron avanzando sigilosamente hasta tener a
      la vista las grandes puertas. Pippin y yo estábamos con él. íbamos sentados sobre
      los hombros de Bárbol y yo podía sentir la temblorosa tensión que lo dominaba.
      Pero  aun  estando  excitados,  los  ents  pueden  ser  muy  cautos  y  pacientes.
      Inmóviles como estatuas de piedra, respiraban y escuchaban.
        « Entonces,  de  repente,  hubo  una  tremenda  agitación.  Resonaron  las
      trompetas  y  los  ecos  retumbaron  en  los  muros  de  Isengard.  Creímos  que  nos
      habían descubierto y que la batalla iba a comenzar. Pero nada de eso. Toda la
      gente de Saruman se marchaba. No sé mucho acerca de esta guerra, ni de los
      Jinetes de Rohan, pero Saruman parecía decidido a exterminar de un solo golpe
      al  rey  y  a  todos  sus  hombres.  Evacuó  Isengard.  Yo  vi  partir  al  enemigo:  filas
      interminables  de  orcos  en  marcha;  y  tropas  de  orcos  montados  sobre  grandes
      lobos.  Y  también  batallones  de  hombres.  Muchos  llevaban  antorchas  y  pude
      verles las caras a la luz. Casi todos eran hombres comunes, más bien altos y de
      cabellos oscuros, y de rostros hoscos, aunque no particularmente malignos. Pero
      otros eran horribles: de talla humana y con caras de trasgos, pálidos, de mirada
      torva y engañosa. Sabéis, me recordó al instante a aquel sureño de Bree: sólo que
      el sureño no parecía, tan orco como la mayoría de estos hombres.
        —Yo también pensé en él —dijo Aragorn—. En el Abismo de Helm tuvimos
      que batirnos con muchos de estos semiorcos. Parece indudable ahora que aquel
      sureño era un espía de Saruman; pero si trabajaba a las órdenes de los Jinetes
      Negros, o sólo de Saruman, lo ignoro. Es difícil saber, con esta gente malvada,
      cuándo están aliados y cuándo se engañan unos a otros.
        —Bueno, entre los de una y otra especie, debían de ser por lo menos diez mil
      —dijo Merry—. Tardaron una hora en franquear las puertas. Algunos bajaron
      por la carretera hacia los Vados y otros se desviaron hacia el este. Allí, alrededor
      de una milla, donde el lecho del río corre por un canal muy profundo, habían
      construido  un  puente.  Podríais  verlo  ahora,  si  os  ponéis  de  pie.  Todos  iban
      cantando con voces ásperas y reían, y la batahola era horripilante. Pensé que las
      cosas se presentaban muy negras para Rohan. Pero Bárbol no se movió. Dijo:
      « Tengo que ajustar cuentas con Isengard esta noche, a piedra y roca.»
        « Aunque en la oscuridad no podía ver lo que estaba sucediendo, creo que los
      ucornos  empezaron  a  moverse  hacia  el  sur,  ni  bien  las  puertas  volvieron  a
      cerrarse. Iban a ajustar cuentas con los orcos, creo. Por la mañana estaban muy
      lejos,  valle  abajo;  en  todo  caso  había  allí  una  sombra  que  los  ojos  no  podían
   619   620   621   622   623   624   625   626   627   628   629