Page 737 - El Señor de los Anillos
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cinturón de oro se lo regaló en Lothlórien la Dama Galadriel. Ella fue quien nos
vistió como nos ves, de gris élfico. Este broche es obra de los mismos artífices. —
Tocó la hoja verde y plata que le cerraba el cuello del manto. Faramir la
examinó de cerca.
—Es muy hermoso —dijo—. Sí, es obra de los mismos artífices. ¿Habéis
pasado entonces por el País de Lorien? Laurelindórenan era el nombre que le
daban antaño, pero hace mucho tiempo que ha dejado de ser conocido por los
hombres —agregó con dulzura, mirando a Frodo con renovado asombro—.
Mucho de lo que en ti me parecía extraño, empiezo ahora a comprenderlo. ¿No
querrás decirme más? Pues es amargo el pensamiento de que Boromir haya
muerto a la vista del país natal.
—No puedo decir más de lo que he dicho —respondió Frodo—. Aunque tu
relato me trae presentimientos sombríos. Una visión fue lo que tuviste, creo yo, y
no otra cosa; la sombra de un infortunio pasado o por venir. A menos que sea en
realidad una superchería del enemigo. Yo he visto dormidos bajo las aguas de las
Ciénagas de los Muertos los rostros de hermosos guerreros de antaño, o así
parecía por algún artificio siniestro.
—No, no era eso —dijo Faramir—. Pues tales sortilegios repugnan al
corazón; pero en el mío sólo había compasión y tristeza.
—Pero ¿cómo es posible que tal cosa haya ocurrido realmente? —preguntó
Frodo—. ¿Quién hubiera podido llevar una barca sobre las colinas pedregosas
desde Tol Brandir? Boromir pensaba regresar a su tierra a través del Entaguas y
los campos de Rohan. Y además ¿qué embarcación podría navegar por la
espuma de las grandes cascadas y no hundirse en las charcas burbujeantes, y
cargada de agua por añadidura?
—No lo sé —dijo Faramir—. Pero ¿de dónde venía la barca?
—De Lorien —dijo Frodo—. En tres embarcaciones semejantes a aquélla
bajamos por el Anduin a los Saltos. También las barcas eran obra de los elfos.
—Habéis pasado por las Tierras Ocultas —dijo Faramir— pero no habéis
entendido, parece. Si los hombres tienen tratos con la Dueña de la Magia que
habita en el Bosque de Oro, cosas extrañas habrán por cierto de acontecerles.
Pues es peligroso para un mortal salir del mundo de ese Sol, y pocos de los que
allí fueron en días lejanos volvieron como eran.
« ¡Boromir, oh Boromir! —exclamó—. ¿Qué te dijo la Dama que no muere?
¿Qué vio? ¿Qué despertó en tu corazón en aquel momento? ¿Por qué fuiste a
Laurelindórenan, por qué no regresaste montado de mañana en los caballos de
Rohan?
Luego, volviéndose a Frodo, habló una vez más en voz baja.
—A estas preguntas creo que tú podrías dar alguna respuesta, Frodo, hijo de
Drogo. Pero no aquí ni ahora, quizá. Mas para que no sigas pensando que mi
relato fue una visión, te diré esto: el cuerno de Boromir al menos ha vuelto