Page 82 - El Señor de los Anillos
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Bolsón las tomen entre sus garras yo ya habré encontrado un buen destino para
      esto  —dijo  Frodo  mientras  vaciaba  el  vaso.  Era  la  última  gota  de  los  viejos
      viñedos. Luego de haber cantado muchas canciones y hablado de muchas cosas
      que habían hecho juntos, brindaron por el cumpleaños de Bilbo y bebieron junto
      con Frodo a la salud de todos, como era costumbre de Frodo. Luego salieron a
      respirar un poco de aire, echaron una mirada a las estrellas y se fueron a dormir.
      Con esto terminó la fiesta de Frodo, y Gandalf no había llegado.
      A la mañana siguiente continuaron atareados cargando otro carro con el resto del
      equipaje. Merry se ocupó de todo esto, y junto con el Gordo (Fredegar Bolger)
      marcharon hacia el nuevo domicilio de Frodo.
        —Alguien tiene que ir allí, Frodo, y entibiar la casa antes que llegues —dijo
      Merry—. Te veré luego, pasado mañana, si no te quedas dormido en el camino.
        Folco  volvió  a  su  casa  después  del  almuerzo,  pero  Pippin  se  quedó  atrás.
      Frodo estaba inquieto, ansioso, aguardando en vano a Gandalf. Decidió esperar
      hasta la caída de la noche. Luego, si Gandalf lo necesitaba urgentemente, podría
      ir a Cricava y hasta quizá llegara antes que él. Frodo iría a pie; el plan, por placer,
      tanto como por cualquier otra razón, era caminar cómodamente desde Hobbiton
      hasta Balsadera en Gamoburgo y echar una última mirada a la Comarca.
        —Tengo que entrenarme un poco —dijo, mirándose en un espejo polvoriento
      del vestíbulo casi vacío. No hacía caminatas largas desde mucho tiempo atrás y
      la imagen, opinó, no daba una impresión de vigor.
        Después  del  almuerzo,  aparecieron  los  Sacovilla-Bolsón,  Lobelia  y  su  hijo
      Lotho, el pelirrojo. Frodo se sintió bastante molesto.
        —¡Nuestra al fin! —exclamó Lobelia, al tiempo que entraba.
        No era ni cortés ni estrictamente verdadero, pues la venta de Bolsón Cerrado
      no se realizó hasta la medianoche. Pero se podía perdonar a Lobelia; se había
      visto obligada a esperar setenta y siete años a que Bolsón Cerrado fuese suyo y
      ahora tenía cien años. De cualquier modo, había vuelto para cuidar que no faltase
      nada de lo que había comprado y quería las llaves. Llevó largo rato satisfacerla,
      pues  había  traído  un  inventario  completo  que  verificó  punto  por  punto.  Al  fin
      partió con Lotho, la llave de repuesto y la promesa de que podría recoger la otra
      llave en la casa de Gamyi, en Bolsón de Tirada. Resopló, mostrando claramente
      que  suponía  a  los  Gamyi  capaces  de  meterse  de  noche  en  la  cueva.  Frodo  ni
      siquiera le ofreció una taza de té.
        Tomó su propio té en la cocina con Pippin y Sam Gamyi. Se había anunciado
      oficialmente que Sam iría a Los Gamos « a ayudar al señor Frodo y cuidar el
      jardincito» . Un arreglo que el Tío apoyó, aunque no lo consoló de la perspectiva
      de tener a Lobelia como vecina.
        —¡Nuestra última comida en Bolsón Cerrado! —exclamó Frodo, retirando la
      silla.
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