Page 83 - El Señor de los Anillos
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Dejaron a Lobelia el lavado de los platos. Pippin y Sam ataron los tres fardos
      y los apilaron en el vestíbulo; luego Pippin salió a dar una última vuelta por el
      jardín. Sam desapareció.
      El sol se puso; Bolsón Cerrado parecía triste, melancólico, desmantelado. Frodo
      vagaba por las habitaciones familiares y vio la luz del crepúsculo que se borraba
      en las paredes y las sombras que trepaban por los rincones. Adentro oscureció
      lentamente.  Salió  de  la  habitación,  descendió  hacia  la  puerta  que  estaba  en  el
      extremo del sendero y anduvo un trecho por el camino de la colina. Tenía cierta
      esperanza de ver a Gandalf subiendo a grandes zancadas en el crepúsculo.
        El cielo estaba claro y las estrellas brillaban cada vez más.
        —Será una hermosa noche —dijo en voz alta—. Buen comienzo. Tengo ganas
      de echar a caminar. No puedo seguir esperando. Partiré y Gandalf tendrá que
      seguirme.
        Volvió  sobre  sus  pasos  y  se  detuvo  al  oír  voces  que  venían  de  Bolsón  de
      Tirada. Una voz era sin duda la del Tío, la otra era extraña y en cierto modo
      desagradable. No pudo entender lo que decía, pero oyó las respuestas del Tío,
      que eran estridentes. El anciano parecía irritado.
        —No, el señor Bolsón se ha ido esta mañana y Sam se fue con él. Al menos
      todo lo que tenía ha desaparecido. Sí, vendió y se fue, le digo. ¿Por qué? El por
      qué  no  es  asunto  suyo  ni  mío.  ¿Hacia  dónde?  No  es  un  secreto;  se  mudó  a
      Gamoburgo o a algún otro lugar así, allá lejos. Sí, es un buen camino. Nunca he
      llegado  tan  lejos;  es  para  la  gente  de  Los  Gamos.  No,  no  puedo  darle  ningún
      mensaje. ¡Buenas noches!
        Los pasos descendieron la colina. Frodo se preguntó vagamente por qué el
      hecho de que no hubiera subido lo había aliviado tanto. « Estoy harto de preguntas
      y de la curiosidad de la gente sobre mis asuntos» , pensó. « ¡Qué preguntones son
      todos  ellos!»   Tuvo  la  idea  de  alcanzar  al  Tío  y  averiguar  quién  había  sido  el
      interlocutor, pero pensándolo mejor (o peor) se volvió y fue rápidamente hacia
      Bolsón Cerrado.
        Pippin  esperaba  sentado  sobre  su  fardo  en  el  vestíbulo.  Frodo  atravesó  la
      puerta oscura y llamó:
        —¡Sam! ¡Sam! ¡Ya es hora!
        —¡Voy, señor! —se oyó la respuesta desde adentro, seguida por el mismo
      Sam que salió secándose la boca.
        Había estado despidiéndose del barril de cerveza, en la bodega.
        —¿Todo listo, Sam? —preguntó Frodo.
        —Sí, señor, tardaré poco ya.
        Frodo cerró la puerta con llave y se la dio a Sam.
        —¡Corre con ella a tu casa, Sam! —le dijo—. Luego corta a través de Tirada
      y encuéntranos tan pronto como puedas en la entrada del sendero, más allá de la
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