Page 864 - El Señor de los Anillos
P. 864

lejos a la guerra: la guerra avanza ya sobre ellos.
      Durante un rato caminaron los tres, comentando tal o cual episodio de la batalla,
      y descendieron por la puerta rota y pasaron delante de los túmulos de los caídos
      en  el  prado  que  bordeaba  el  camino;  al  llegar  a  la  Empalizada  de  Helm  se
      detuvieron  y  se  asomaron  a  contemplar  el  Valle  del  Bajo.  Negro,  alto  y
      pedregoso, ya se alzaba allí el Cerro de la Muerte, y podía verse la hierba que los
      ucornos habían pisoteado y aplastado. Los Dundelinos y numerosos hombres de
      la guarnición del Fuerte estaban trabajando en la empalizada o en los campos, y
      alrededor de los muros semiderruidos; sin embargo, había una calma extraña: un
      valle  cansado  que  reposa  luego  de  una  tempestad  violenta.  Los  hombres
      regresaron pronto para el almuerzo, que se servía en la sala del Fuerte.
        El rey ya estaba allí; no bien los vio entrar, llamó a Merry y pidió que le
      pusieran un asiento junto al suyo.
        —No es lo que yo hubiera querido dijo Théoden; poco se parece este lugar a
      mi  hermosa  morada  de  Edoras.  Y  tampoco  nos  acompaña  tu  amigo,  aunque
      tendría que estar aquí. Sin embargo, es posible que pase mucho tiempo antes que
      podamos sentarnos, tú y yo, a la alta mesa de Meduseld; y no habrá ocasión para
      fiestas cuando yo regrese. ¡Adelante! Come y bebe, y hablemos ahora mientras
      podamos. Y luego cabalgarás conmigo.
        —¿Puedo? —dijo Merry, sorprendido y feliz. ¡Sería maravilloso! Nunca una
      palabra amable había despertado en él tanta gratitud—. Temo no ser más que un
      impedimento para todos —balbució—, pero no me arredra ninguna empresa que
      yo pudiera llevar a cabo, os lo aseguro.
        —No lo dudo —dijo el rey—. He hecho preparar para ti un buen poney de
      montaña. Te llevará al galope por los caminos que tomaremos, tan rápido como
      el  mejor  corcel.  Pues  pienso  partir  del  Fuerte  siguiendo  los  senderos  de  las
      montañas, sin atravesar la llanura, y llegar a Edoras por el camino del Sagrario,
      donde me espera la Dama Eowyn. Serás mi escudero, si lo deseas. ¿Eomer, hay
      en el Fuerte algún equipo que pueda servirle a mi paje de armas?
        —No tenemos aquí grandes reservas, mi Señor —respondió Eomer—. Tal vez
      pudiéramos encontrar un yelmo liviano, pero no cotas de malla ni espadas para
      alguien de esta estatura.
        —Yo tengo una espada —dijo Merry, y saltando del asiento, sacó de la vaina
      negra la pequeña hoja reluciente. Lleno de un súbito amor por el viejo rey, se
      hincó sobre una rodilla, y le tomó la mano y se la besó—. ¿Permitís que deposite
      a vuestros pies la espada de Meriadoc de la Comarca, Rey Théoden? —exclamó
      —. ¡Aceptad mis servicios, os lo ruego!
        —Los acepto de todo corazón —dijo el rey, y posando las manos largas y
      viejas sobre los cabellos castaños del hobbit, le dio su bendición.
        —¡Y ahora levántate, Meriadoc, escudero de Rohan de la casa de Meduseld!
   859   860   861   862   863   864   865   866   867   868   869