Page 996 - El Señor de los Anillos
P. 996

desesperado  del  Árbol  y  las  Estrellas.  En  la  colina  opuesta  flameaban  los
      estandartes  de  Rohan  y  de  Dol  Amroth,  Caballo  Blanco  y  Cisne  de  Plata.  Un
      círculo de lanzas y espadas defendía las dos colinas. Pero al frente, en dirección
      a Mordor, allí donde esperaban la primera embestida violenta, estaban los hijos
      de Elrond a la izquierda, rodeados por los Dúnedain, y a la derecha el Príncipe
      Imrahil con los apuestos caballeros de Dol Amroth, y algunos hombres escogidos
      de la Torre de la Guardia.
        Soplaba el viento, cantaban las trompetas, y las flechas gemían; y el sol que
      ahora subía hacia el sur estaba empañado por los vapores infectos de Mordor;
      brillaba remoto, tétrico y bermejo, como a la hora postrera de la tarde, o a la
      hora postrera de la luz del mundo. Y a través de la bruma cada vez más espesa
      llegaron con sus voces frías los Nazgûl, gritando palabras de muerte. Y entonces
      la última esperanza se desvaneció.
      Cuando  oyó  a  Gandalf  rechazar  las  condiciones  del  emisario,  condenando  a
      Frodo  al  tormento  de  la  Torre,  Pippin  se  dobló  hacia  delante,  aplastado  por  el
      horror; pero había logrado sobreponerse y ahora estaba de pie junto a Beregond
      en la primera fila de Gondor, con los hombres de Imrahil. Pues pensaba que lo
      mejor sería morir cuanto antes y abandonar aquella amarga historia, ya que la
      ruina era total.
        —Ojalá  estuviera  Merry  aquí  —se  oyó  decir,  y  se  le  cruzaron  unos
      pensamientos  rápidos,  aun  mientras  miraba  al  enemigo  que  se  precipitaba  al
      ataque—. Bien, ahora al menos comprendo un poco mejor al pobre Denethor. Si
      hemos de morir ¿por qué no morir juntos, Merry y yo? Sí, pero él no está aquí, y
      ojalá tenga entonces un fin más apacible. Pero ahora he de hacer lo que pueda.
        Desenvainó la espada y miró las formas entrelazadas de rojo y oro, y los
      caracteres fluidos de la escritura númenoreana centellearon en la hoja como un
      fuego.  « Fue  forjada  de  propósito  para  un  momento  como  éste» ,  pensó.  « Si
      pudiera herir con ella a ese emisario inmundo, al menos quedaríamos iguales, el
      viejo Merry y yo. Bueno, destruiré a unos cuantos de esa ralea maldita, antes del
      fin. ¡Ojalá pueda ver por última vez la luz límpida del sol y la hierba verde!»
        Y mientras pensaba esto, cayó sobre ellos el primer ataque. Impedidos por
      los  pantanos  que  se  extendían  al  pie  de  las  colinas,  los  orcos  se  detuvieron  y
      dispararon  una  lluvia  de  flechas  sobre  los  defensores.  Pero  entre  los  orcos,  a
      grandes  trancos,  rugiendo  como  bestias,  llegó  entonces  una  gran  compañía  de
      trolls  de  las  montañas  de  Gorgoroth.  Más  altos  y  más  corpulentos  que  los
      hombres, no llevaban otra vestimenta que una malla ceñida de escamas córneas,
      o  quizás  esto  fuera  la  repulsiva  piel  natural  de  las  criaturas;  blandían  escudos
      enormes, redondos y negros, y las manos nudosas empuñaban martillos pesados.
      Saltaron  a  los  pantanos  sin  arredrarse  y  los  vadearon,  aullando  y  mugiendo
      mientras se acercaban. Como una tempestad se abalanzaron sobre los hombres
   991   992   993   994   995   996   997   998   999   1000   1001