Page 9 - Conscientes y atentos
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mente, de modo que ya no estemos preocupados por el
pasado ni tengamos miedo al futuro, sino que simple-
mente nos contentemos con habitar en el amor de Dios a
través de su gracia.
En su combate interior en el desierto, Jesús no discutió
con Satanás, sino que ignoró lo que le decía. No permitió
Muestra gratuita
que sus pensamientos y sentimientos se preocuparan por
tentaciones sobre la riqueza y el poder; los reconoció, pero
los trató como el paso de una tormenta molesta sobre la
montaña del amor eterno e inamovible de Dios.
En el Evangelio, observamos que la actitud molesta de
Marta parece un resentimiento por su deseo de sentirse
necesitada y apreciada; es el peligro de no estar presente
en el momento actual, de permitir que las expectativas y
la experiencia pasada nublen la apreciación de los mo-
mentos de la compañía y la presencia de Cristo. En la
alegría tranquila de María, observamos el disfrute por el
“ahora”, el deleite en esos momentos preciosos, libres de
nubes de obligaciones y esquemas pasados, ahora abier-
tos a lo nuevo.
Si nuestra atención se aleja de la necesidad de anticipar
cada evento, de arremeter con el pasado para proporcio-
nar nuevas fuentes de ansiedad para el futuro, podremos
ver las cosas como son, en la intensidad de su belleza, en
la perfección de su creación. Las emociones ya no nos es-
clavizarán, y en la libertad en la que hemos sido redimi-
dos, nos encontraremos con Dios. Nuestros pensamientos
se podrán transformar cuando no dejemos que sean mo-
delados por patrones del pasado (cf. Rm 12,2).
La atención cristiana consciente, mindfulness, nos per-
mite alejarnos de las formas negativas de pensar y adop-
tar nuevos hábitos de pensamiento, que nos capaciten
para centrarnos en el momento presente y fortalecer el
conocimiento de que, ya sean buenas o malas, las expe-
riencias del ahora son las que forman y nos reforman,
permitiéndonos ver y escuchar de un modo nuevo.
© narcea, s. a. de ediciones 19