Page 8 - LA EDUCACION INVISIBLE
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cimiento es compartido, necesariamente compartido. Tam-
bién pueden depositar en nosotros el germen de nuevas
ideas y el retorno, deseable siempre, a un sentido total de la
tarea educativa.
Todos los seres humanos somos poliédricos, sentimos dife-
Muestra gratuita
rentes intereses, distintos objetivos, variadas aficiones, y
añadimos constantemente nuevos estímulos a nuestras vi-
das. Hoy, en pleno siglo XXI, redescubrimos de nuevo las ca-
pacidades inmensas de conocernos y comunicarnos, y no
me refiero solo a las redes sociales. La gestión de las emocio-
nes, la pasión, la integridad, la ética…, están retomando su
fuerza como cuestiones fundamentales y necesarias.
Educamos en presente, pero de alguna manera los docen-
tes gestionamos el futuro e influimos en él. En palabras del
escritor Ian McEwan, “cuando tienes hijos comienzas a de-
sear que la humanidad funcione, y que esté fuera de peli-
gro, y te comprometes a aportar tu grano de arena en este
sentido. No te queda más remedio que ser optimista”. Y la
playa inmensa de lo humano está compuesta de nuestros
granos de arena.
Por lo tanto, en las aulas necesitamos altura de miras y
optimismo. En educación, los profesores son la pieza clave.
Una buena organización, los recursos tecnológicos son, sin
duda, importantes, pero el factor personal, la capacidad de
gestionar las emociones y el talento es lo que acaba determi-
nando el progreso más auténtico de nuestros alumnos. Hoy,
inmersos en un mundo heredado de la caída del muro de
Berlín, complejo y convulso, la educación es la gran esperan-
za para derribar otros muros mucho más altos que los mate-
riales, y constituye la gran palanca para vencer injusticias,
egoísmos y mentiras. Convivir juntos y comprendernos se-
rán, sin duda, los grandes retos.
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