Page 11 - Innovar en educación
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                      En todo este pequeño trabajo, el espíritu de la criatura está atento,
                  actúa, se siente vivo. Los pedagogos extranjeros proceden de esta forma
                  e incluso con más osadía. Los cursos de gramática de ciertos profesores
                  estadounidenses son excelentes desde esta perspectiva: la criatura aprende
                  lengua maravillosamente, sin, por decirlo así, aprender gramática”.
                      Lavoisier, en 1789, explicaba en su Tratado elemental de química cómo
                         Muestra gratuita
                  se podía acelerar el aprendizaje de la química con una formación práctica
                  en la que el alumnado manipulara productos e instrumentos de medida
                  (termómetro, balanza, etc.). Sin embargo, como señala Tomic (2011: 59),
                  “el método que [Lavoisier] preconiza no se generaliza hasta finales del si-
                  glo siguiente. Así, por mucho tiempo, tan solo la clase magistral garanti-
                  zaba la enseñanza de química”.
                      Para aprender hay que hacer, todo el mundo está de acuerdo con esta
                  afirmación. La cuestión es: ¿pero para aprender cualquier cosa? ¿O solo
                  para adquirir determinados conocimientos? Si restringimos esta idea a de-
                  terminados conocimientos, entonces debemos caracterizarlos: ¿la acción
                  es necesaria solo para los aprendizajes motores? ¿O lo es para todas las
                  habilidades tanto intelectuales como motoras?
                      Efectivamente, vemos que el aprendizaje mediante la acción o la ma-
                  nipulación plantea problemas considerables desde el momento en que uno
                  se interesa seriamente por él.
                      El primero radica en la confusión, denunciada por el psicólogo de la
                  educación Richard Mayer, entre la acción en sentido físico (la manipula-
                  ción de objetos, el movimiento) y la actividad en el sentido cognitivo del
                  término. Para aprender, los alumnos tienen que estar activos en el plano
                  cognitivo, ¡no necesariamente en el plano físico!
                      En la mayoría de los aprendizajes, lo importante es que el alumnado re-
                  flexione; razone; comprenda; que haga hipótesis; que establezca relaciones
                  entre sus decisiones, sus acciones y los efectos de ellas; no necesariamente
                  que utilice las manos o las piernas. El imperativo “hay que hacer que el
                  alumnado manipule” se convierte en una pregunta: “¿Para qué clase de
                  aprendizaje son necesarios e, incluso, beneficiosos la manipulación física
                  de objetos, la acción y el movimiento?”.
                      Este interrogante absolutamente central, de gran actualidad, constituye
                  el objeto de cientos de trabajos publicados cada año. En este capítulo, tra-
                  taré de dar cuenta de los principales elementos que se pueden aportar para
                  responderlo. Contestar a esta pregunta implica que debemos ser capaces de
                  distinguir no solamente entre el aprendizaje de conceptos y el aprendizaje
                  de habilidades, sino también, dentro del aprendizaje de habilidades, entre
                  el que concierne al aprendizaje motor (acciones) y el que no (operaciones).

                  © narcea, s.a. de ediciones





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