Page 7 - Innovar en educación
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INTRODUCCIÓN                                                    9

                     Entonces, ¿por qué deberíamos ir a la escuela? Basta con pocas pala-
                  bras para responder a esta pregunta: porque crecer no es suficiente, por-
                  que los conocimientos que adquirimos interactuando con nuestro entorno
                  no bastan para convertirnos en personas adultas, capaces de comprender
                  y de actuar en la que será nuestra sociedad al cabo de unos años. Las
                  niñas y niños de las sociedades sin escuela adquieren muchos y variados
                         Muestra gratuita
                  conocimientos, pero no aprenden a leer, a escribir ni a contar. Es más, solo
                  aprenden aquello que hacen de forma cotidiana, de modo que si cuentan
                  cada día, aprenderán a contar con las personas de su alrededor. No apren-
                  den una lengua extranjera, pero son bilingües cuando su entorno lo es. No
                  conocen más que su entorno cotidiano.
                     En la escuela aprendemos aquello que nuestro día a día no nos permite
                  aprender. Entonces, ¿cómo aceptamos las constricciones de tiempo y espa-
                  cio, si aquello que aprendemos no tiene una utilidad inmediata?
                     A mi parecer, la innovación pedagógica está considerablemente consa-
                  grada a esta cuestión, en particular cuando se considera que tanto la res-
                  puesta autoritaria como la relación de dominación y sumisión no son las
                  mejores. En otras palabras: ¿cómo ejercer dicha constricción sin ejercerla?
                  Que sea tan difícil innovar en pedagogía puede ser debido a que el proble-
                  ma, por lo menos formulado así, parece muy difícil de resolver.
                     Asimismo, la innovación pedagógica responde a otra ambición: poner
                  en marcha una transformación de las funciones de la escuela. Por ejem-
                  plo, este era el caso de la escuela nueva que, en primer lugar, buscaba que
                  la escuela permitiera la emancipación de todos los individuos, sin distin-
                  ción alguna debida a su lugar de nacimiento o a quienes fueran sus padres
                  (Ohayon, Ottavi y Savoye, 2007). De dicha finalidad emancipadora y de-
                  mocrática de la escuela, se infería que los métodos de enseñanza tenían
                  que evolucionar. En efecto, es difícil promover la democratización de una
                  sociedad si, en el seno de su escuela, las relaciones se basan en patrones de
                  dominación y sumisión.
                     En definitiva, para cambiar lo que se enseña, hay que cambiar cómo se
                  enseña. O tal vez: “Cambiar la sociedad para cambiar la escuela; cambiar
                  la escuela para cambiar la sociedad” (según el eslogan de la revista Cahiers
                  Pédagogiques).
                     Por último, la innovación pedagógica responde a un tercer fin: aumen-
                  tar la efectividad y la eficiencia. Por ejemplo, la formación de un médico
                  generalista en Francia duraba siete años a comienzos de los años setenta;
                  ocho años a comienzos de los noventa; y hoy, nueve. Parece casi obvio que
                  esta inflación tendrá que parar algún día. Un modo de detenerla es invertir



                                                                  © narcea, s.a. de ediciones





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