Page 6 - Innovar en educación
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                  te innovar en pedagogía” o que hay que “enseñar por competencias”. Sin
                  embargo, estas ideas un poco menos antiguas, ¿están fundamentadas? ¿Se
                  han sometido a evaluaciones rigurosas? ¿Han sido objeto de investigacio-
                  nes fehacientes? En caso afirmativo, ¿qué resultados se han obtenido? O
                  también, ¿estas ideas pedagógicas, ¿son eficaces?
                      Partiendo de todo lo anterior, el objetivo que me propongo en este senci-
                         Muestra gratuita
                  llo libro es doble: por un lado, verificar si estas “prácticas” o ideas generales,
                  tildadas de “innovadoras”, lo son realmente. De otro lado, evaluar si sirven
                  para que el profesorado enseñe mejor y los estudiantes aprendan mejor.
                      Para ello, consideraré cada una de las “innovaciones pedagógicas” y
                  trataré de rastrear rápidamente su historia e identificar qué argumentos
                  se despliegan para defenderla. En un segundo momento, las confrontaré
                  con el estado actual de las investigaciones científicas y analizaré algunas
                  experiencias y ejemplos.
                      De este modo, espero generar dudas y ofrecer a cada educador elemen-
                  tos suficientes para no dejarse deslumbrar por las certezas de los demás,
                  especialmente cuando estos no son profesores.


                  ¿POR QUÉ HAY QUE INNOVAR EN PEDAGOGÍA?

                      La innovación pedagógica concierne a las formas de enseñar. Un do-
                  cente lleva a cabo una innovación pedagógica cuando concibe y pone en
                  práctica una forma de enseñar nueva, inédita. Puesto que la enseñanza es
                  una actividad conjunta que implica a un docente y a uno, o varios, alum-
                  nos, una forma de enseñar hace referencia a aquellas tareas implementa-
                  das por los profesores y a aquellas que los alumnos ponen en práctica,
                  dentro de una organización del tiempo, del espacio y de las relaciones.
                      La enseñanza parte de una paradoja difícil de resolver, que Ferdinand
                  Buisson formuló de manera magistral en 1911: “La escuela está hecha
                  para el hombre y no el hombre para la escuela”. Desde el parvulario a la
                  universidad, la enseñanza reposa sobre el ejercicio de una constricción es-
                  pacial y temporal. Para adquirir conocimientos académicos, tenemos que
                  acceder a someternos a dichas constricciones: mientras adquirimos esta
                  clase de conocimientos, no hacemos otras cosas ni estamos en otras partes.
                      Ahora bien, el ser humano es absolutamente capaz de aprender fue-
                  ra de la escuela. Según la concepción contemporánea del aprendizaje, el
                  aprendizaje es ubicuo; se llega a considerar que aprendemos a cada instante
                  de nuestra vida mientras estamos en vigilia. Es cierto que, apenas interac-
                  tuamos con nuestro entorno, aprendemos de él.


                  © narcea, s.a. de ediciones





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