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Pero hoy es una aberración y en ciertos niveles, una mentira sostenida con garras y dientes. Para los ingenieros y la gente
objetivamente pensante en general, la teoría de Philippe Lheureux es más que eso, porque:
1) Las llamadas “cámaras de descarga” no encuentran razón de ser para los arquitectos, que niegan con toda su
profesionalidad que su función pueda ser esa.
2) Por otra parte, el “tejado” ubicado encima de estas cámaras, no tiene razón de ser, a menos que encima de él exista
un espacio vacío.
3) La “cámara de los rastrillos” era un conjunto de puertas que podían subirse y bajarse. Al Mamun ya sólo encontró los
pedazos de las puertas, pero aún están visibles y comprensibles los calces del sistema y los espacios del mecanismo, que
pudo ser metálico o incluso de madera.
4) Las partes “misteriosas” del techo de la Cámara del Caos indican que son una previsión para el drenaje de líquidos
y/o sólidos. Las imágenes siguientes explican mucho más que mil palabras y el público lector puede buscar referencias en
internet, pero lo ideal sería que el gobierno egipcio acepte producir una revolución científica en ese precioso país. No sería
una pérdida de ingresos turísticos, si se cae todo el andamiaje de burdas teorías. Aunque la mayor parte de los
catedráticos quedarían sin sus puestos o deberán abandonar la comodidad para sumarse a esa revolución, restaurar los
mecanismos y descubrir lo que aún guarda la Gran Pirámide sería un aporte grandioso para la ciencia y quién sabe
cuántas cosas maravillosas aprenderíamos de esas “cápsulas del tiempo”.
Hasta ahora sólo se han hallado las cámaras vacías porque –al menos en los últimos siglos- no se ha accedido a las
verdaderas cámaras, sino a sus umbrales, a sus antesalas, a las cámaras de los mecanismos de apertura. De la pirámide
de Diodofre sólo quedan tres o cuatro hiladas de sus enormes bloques, pero su pozo y sus rampas interiores indican que
era similar a la escalonada de Saqqarah.