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stá deformada de las fotos originales. No se trata de una campaña contra las pirámides, sino la desinformación respecto a
           muchos temas de índole política. En Perú encontré unas pirámides enormes en medio de la jungla, en el Sur del Parque
           Nacional del Manú. Cuando quise averiguar en Lima si estaba hecha la pertinente denuncia arqueológica, y en su defecto
           hacerla yo, terminé preso en un calabozo por unos días, sin saber por qué y sin que pudiera explicármelo el mismo Jefe de
           Policía,  que  tuvo  que  ordenar  una  investigación.  Alguien  había  hecho  una  treta  para  hacerme  detener  en  su  nombre,
           mediante un comunicado radial, sin que pudiera saberse el causante ni el pretexto. Ni siquiera me pidieron documentos, ni
           me revisaron la mochila, donde llevaba un arma. El objetivo: Asustarme para silenciarme. Unos años después un Amigo
           me  prestó  unas  fotocopias  de  un  libro  titulado  "Crónica  de  Akakor",  y  hablaba  de  esas  pirámides,  incluso  con  su
           localización de longitud y latitud, aunque con error de algunos kilómetros, basándose en una foto de diciembre de 1975,
           tomada por el satélite norteamericano Landsat 2. La mayor de este conjunto, formado por dos filas totalizando una docena,
           tiene algo más de cien metros de lado, pero hay otro conjunto de por lo menos cinco pirámides, más enterrado y cubierto,
           a  unos  cincuenta  kilómetros,  que  presenta  al  menos  una,  posiblemente  tan  grande  como  la  de  Kheops,  aunque  es
           imposible  medir  realmente  su  base  mientras  permanezca  enterrada.  Sólo  un  barranco  del  costado  da  indicio  de  los
           descomunales bloques que la componen, a diferencia de las anteriores (conocidas ya como Pirámides de Paratoari) que
           son mixtas, de bloques más pequeños y adobes de diverso tamaño. Las de Paratoari aparecen en http://www.paititi.com/

               Estos  conjuntos  piramidales  de  Perú  -de  los  que  hay  al  menos  una  decena  en  todo  el  país-  formarían  parte  de  la
           legendaria Paititi, en la que no quiero extenderme porque daría lugar a varios volúmenes y por ahora no poseo suficiente
           material documental. Creo que Perú, cuando sea descubierto un poco más, dejará a Egipto como un pequeño "chiringuito
           turístico", aunque ciertamente no se han encontrado en occidente pirámides tan perfectas como las de Gizéh. Un dato
           curioso: la superficie de la base de la Pirámide del Sol en el complejo de Teotihuacán, es casi exactamente igual a la Gran
           Pirámide de Gizéh (sólo un metro menos por una de las caras), aunque su altura es considerablemente menor: metros,
           contra  los  146,6  de la  G.P. Estas grandes pirámides  y  la  energía  piramidal  fueron aprovechadas  por  las  civilizaciones
           posteriores,  reproduciendo  -mucho  más  toscamente-  estas  construcciones,  según  algunos  colegas,  pero...  ¿No  habrán
           sido las más toscas, construcciones experimentales más antiguas?

               En  realidad  no  hay  ningún  elemento  que  niegue  objetivamente  esa  posibilidad.  Los  arqueólogos  datan  las
           construcciones  por  lo  que encuentran  en su  interior  y  en parte porque ciertos  gobernantes  se  las apropiaron  en  algún
           momento, pero ocultan el hecho de que hay escritos sobre las reacciones populares en unos casos, y las reacciones de
           sus sucesores, que han tendido a respetar las pirámides en su estado original (o mejor dicho como las encontraron ellos).
           A falta de los conocimientos físicos y tecnológicos perdidos fueron a veces usadas «místicamente» y ello parece haber
           tenido más aprobación popular, pero de ningún modo han podido usarlas como tumbas, so pena de ser defenestrados
           como el propio Kheops, según el sacrosanto Herodoto que por un lado le adjudica su construcción y por otro comenta -
           unque en otras palabras- que fue sólo un usurpador de la G.P.

               Sobre los modos de construcción, los arqueólogos - especialmente los de Egipto- parecen no tener ni la más remota
           idea de física y otras asignaturas esenciales para  poder deducir la cuestión. Están tan convencidos de lo cierto de las
           teorías que les enseñaron hace dos siglos, que hacen oídos sordos a la opinión de los ingenieros, constructores, físicos,
           matemáticos e investigadores heterodoxos, más autorizados que ellos en esas otras materias. El debate sobre si eran
           tumbas  o  templos  iniciáticos se mantiene  entre  diferentes investigadores,  pero aún  esa  segunda  opción  -la  de  templo-
           aunque tiene muchas posibilidades de serlo, hay que verlo en diferente perspectiva: En primer lugar, como templo "místico"
           para  los  pueblos  que  las  hallaron  (no  sólo  a  las  pirámides,  sino  a  muchas  otras  construcciones  extraordinarias).  En
           segundo lugar, que los constructores pudieron darle un sentido de templo entre otras varias utilidades, pero en todo caso
           templos "no místicos", sino en un sentido esotérico mucho más profundo y práctico que la mera idolatría o adoración a
           otras  divinidades.  Cierto  es  que  cualquier  lugar  que  acumule  energía  puede  usarse  como  templo  en  ciertas  prácticas
           místicas y los egipcios así lo hicieron. Pero aquí se trata de maravillas tecnológicas absolutamente anacrónicas con las
           civilizaciones cuya autoría propone la arqueología oficial. Seguramente las usaron como templo una o más
               civilizaciones, como hoy mismo. ¿Acaso no van miles de personas cada año en grupos “iniciáticos”? . Pero no ha sido
           esa la intención principal de los constructores, aunque pusieran en ellas los más Sagrados Conocimientos. Para poder
           pasar  a  explicar  mejor  esas diferencias,  hemos  de  entender  primeramente  los  errores en  los criterios con  que  se  han
           elaborado las teorías oficiales actuales.

               Buscando un parangón didáctico para explicar lo que ocurre con los arqueólogos de corta mentalidad y dogmas tan
           férreos como los religiosos, he imaginado la actitud de algunos arqueólogos de iguales características, pero del futuro.
           Permítame el Lector que me salga de lo estrictamente técnico para llevarle por unos minutos imaginariamente, al siglo XXV
           a partir del Gran Desastre, en este corto y didáctico cuentito, donde "los personajes son ficticios y cualquier parecido con la
           realidad es mera coincidencia":
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