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a) Acumulador de Neutrinos: Nuestra estructura atómica está sometida a un ambiente que no le es propicio; como si no
           hubiésemos sido diseñados por la Naturaleza para habitar sobre la Superficie Externa de la Tierra. Tenemos aquí presión
           atmosférica inferior a la óptima, una gravedad un tercio mayor que la que cualquier ingeniero hubiese tenido en cuenta al
           diseñar nuestro esqueleto, temperaturas que varían entre los -50 y los +50º Centígrados. Pero lo peor es que los átomos
           están  cuánticamente  incompletos.  Les  faltan  neutrinos,  debido  a  que  las  radiaciones  solares  que  nos  los  proveen  son
           insuficientes en un sentido y excesivas en otro. Un electrón está compuesto por millones de neutrinos y otras partículas.
           Desde el punto de vista de la física cuántica, vivimos en un ambiente atómico ruinoso. Desde el punto de vista molecular,
           tenemos -como consecuencia- problemas con la simetría. Las moléculas están desordenadas, lo que produce incontables
           disfunciones en la actividad química de los organismos.
               El ADN es el que resulta afectado. Gran parte de esa deficiencia se corrige dentro de la atmósfera piramidal.

               b) Antioxidante y correctora de la simetría molecular del agua: Y bien sabemos que nuestro cuerpo se compone en un
           70% de ese líquido compuesto. Iremos en detalle luego.

               c) Bacteriostática: Existen tres clases de bacterias, clasificadas según su modo de interacción con otros organismos:
           simbióticas,  saprófitas  y  parásitas.  Las  simbióticas  no  producen  putrefacción,  sino  digestión  y  otras  modalidades  de
           transformación química ordenada, bajo un patrón de actividad controlada por el organismo.
               No hay que confundir "digestión" con "putrefacción". Las bacterias simbióticas que tenemos en el intestino se encargan
           de descomponer ordenadamente el bolo alimenticio, para poder absorber los líquidos, minerales, proteínas y provitaminas
           que se trasladan a la sangre. Tienen funciones que las hace en parte vegetales y en parte animales, por eso llamamos a
           ese conjunto "Flora" intestinal y no "microfauna". A ellas las pirámides sólo les afectan en cuanto a mejorar sus propias
           capacidades funcionales. Como su actividad de descomposición no requiere de "putrefacción", actúan normalmente, por
           más potente que sea la pirámide.

               Estas  bacterias  suelen  sufrir  los  ataques  de  las  infecciosas,  que  son  saprófitas  (aprovechan  la  putrefacción  para
           nutrirse) y las parásitas (que también son saprófitas pero a la vez son las que infectan para producir putrefacción). Si se
           eliminan del organismo las bacterias saprófitas y parásitas, las simbióticas recuperan su funcionalidad. Por la imposibilidad
           de que la materia se pudra dentro de la atmósfera piramidal, las bacterias parásitas y las saprófitas no pueden procrear. En
           unas pocas generaciones ( o sea horas o pocos días) no queda ninguna, por más grande que sea la infección.
               Volveremos oportunamente sobre estos temas, pero sigamos con las propiedades físicas de las pirámides: La pirámide
           acumula el tipo de materia (subatómica) que necesitan los organismos vivos para desarrollarse y conservarse mejor, y
           además,  dependiendo  de  su  tamaño  y  grado  de  perfección,  puede  aumentar  el  nivel  vibratorio  de  las  partículas  que
           componen su atmósfera, dando así una lenta pero constante mejoría a todos los organismos superiores que habiten su
           ambiente. La «Perfección» de la pirámide consiste en la mayor exactitud posible en cuanto a:
               1) Orientación Cardinal,
               2) Nivelación,
               3) Proporciones geométricas,
               4) Materiales aplicados
               5) Cantidad de «otros metales» dentro de su estructura (mientras menos, mejor) y las descargas o filtros magnéticos -en
           grandes pirámides- que permiten eliminar las tensiones magnéticas anómalas de los metales que componen la estructura y
           las instalaciones (hierro, cobre, estaño, zinc, etc.) Si dichas tensiones no se eliminan mediante las parrillas de descarga
           adecuadas, el campo piramidal no llega a los resultados deseados o puede producir molestias a las personas que vivan en
           ellas. No hay riesgo de daños, pero sí de sensaciones molestas y de pérdida de los efectos deseados. Sólo puede ser
           patógena una pirámide cuando es grande como para permanecer dentro, cuyo material sea cobre o hierro en una densidad
           alta.  Igual  nadie  llegaría  a  enfermar  porque  no  soportaría  la  permanencia.  Muy  al  contrario  ocurre  en  las  pirámides
           construidas  con  materiales  paramagnéticos  (madera,  aluminio,  cristal,  plásticos,  fibras  sintéticas,  resinas,  etc.),  en  las
           cuales el organismo siente sensaciones agradables desde el principio y los efectos curativos en pocos días, para una serie
           de dolencias. Con los plásticos hay ciertas reservas, pues no todos son aptos y en realidad la mayoría acumulan cierta
           estática perjudicial, por eso no los usamos en pirámide de dormir.

               El  funcionamiento  de  la  Pirámide  Perfecta  es  el  siguiente:  El  C.M.U.  (Campo  Magnético  Universal)  es  aquel  que
           corresponde a cualquier cuerpo existente en el espacio. Es decir que cada cosa que existe físicamente, (ya sea un objeto,
           una planta, una montaña, un animal o cualquier cosa amorfa o simétrica, pero perceptible como entidad material) tiene un
           campo magnético, y éste es según las características morfológicas, químicas y físicas de cada cuerpo en particular. En la
           Pirámide Perfecta el C.M.U. es el más especial que conocemos, porque además de acelerarse algo más que cualquier
           otro, actúa como una red, que atrapa en si misma los neutrinos y los mantiene en órbita en su radio de acción, con mayor
           concentración mientras más cerca del centro.

               O sea que esas partículas tan diminutas que -según se cree- pueden recorrer millones de años-luz en el espacio, llegar
           a la Tierra y atravesarla como si no existiese, quedan atrapados por un C.M.U. tan... «simple» como el de la pirámide. Este
           fenómeno se llama "inclusión magnética", por eso los físicos llaman a la pirámide "Trampa para neutrinos". Una atmósfera
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