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piramidal,  naturalmente  saturada  de  neutrinos  produce  los  efectos  que  ya  hemos  mencionado  antes  y  tiene  -en
           concatenación con los otros efectos- las siguientes características:

               1) Los seres orgánicos mejoran su estabilidad genética porque los neutrinos contrarrestan los efectos de la mayoría de
           las radiaciones distorsivas. Las cadenas de ADN, siendo más completas atómicamente, tienen menos probabilidades de
           ser alteradas por radiaciones cósmicas patogénicas. Al mismo tiempo, la eliminación de radicales libres evita también los
           daños  por  oxidación,  lo  que  determina  el  efecto  antivejez  o  antiaging  de  la  pirámide.  Bien  puede  hablarse  de  una
           protección triple, es decir: Molecular, atómica y cuántica, puesto que los efectos se verifican en los tres niveles.

               2) La corriente electrónica normal del planeta, que en muchos edificios modernos causa depresión y agobio físico, en la
           pirámide  es  completamente  a  la  inversa,  porque  en  vez  de  producirse  un  enlentecimiento  del  flujo  electrónico,  con  el
           consecuente descenso de la tasas vibratoria, la pirámide lo acelera, descargando hacia abajo los elementos más densos y
           contribuyendo en general a aumentar el orden vibratorio de la materia.

               3) Este flujo magnético acelerado de modo espontáneo, arrastra hacia fuera todos los excedentes atómicos, que no
           cumplen funciones de enlace natural. No sólo nos elimina los dañinos radicales libres y otros oxidantes derivados de las
           moléculas de agua destruidas o de las propias funciones celulares, sino de todos los gases que en estado de átomos
           sueltos  suelen  dañarnos.  Al  librarse  de  estos  elementos,  las  células  vivas  se  encuentran  en  mejores  condiciones  de
           funcionamiento, de modo que se alarga su tiempo de vida y su reproducción más sana alarga la vida útil de todos los
           órganos.  Pero  además,  esta  corriente  produce  en  las  protomoléculas  de  agua  que  no  está  formando  parte  de  algún
           organismo  biológico  activo,  la  separación  de  sus  elementos,  los  cuales  al  ser  gases  (Oxígeno  e  Hidrógeno),  son
           expulsados fuera de la atmósfera piramidal. El oxígeno molecular (O2) disminuye levemente en las pirámides cuando son
           cerradas, pero la proporción de disminución no es en absoluto considerable.

           En la materia orgánica inerte, como la de los alimentos, se observa deshidratación y momificación. Es decir que se detiene
           el proceso de putrefacción por falta de oxidación.  Estos alimentos no sólo resultan «momificados» (como el jamón por
           efecto  de  la  sal),  sino  que  además  se  saturan  de  neutrinos,  resultando  más  apetitosos  y  saludables,  aunque  dicha
           saturación  no  sea  medible  con  métodos  convencionales,  sino  con  aparaterío  de  testeo  cuántico  y  con  ese  magnífico
           "medidor incorporado" que nos dice muchas cosas: nuestro paladar. Como resultado de todo ello, los habitantes de las
           casas piramidales o los que al menos duermen en una pequeña pirámide, gozan de las mejores condiciones para tener
           una vida más sana y alegre, pero no por misteriosas influencias psíquicas, sino por una perspectiva biológica más extensa.
           Lo mismo se verificará casi de inmediato, al ver los efectos espectaculares en el reino vegetal. Todos los beneficios de la
           pirámide sólo son posibles mediante una construcción adecuada. Si fueran construidas con materiales inadecuados, mal
           orientadas, inexactamente niveladas o con proporciones erróneas, en el peor de los casos no funcionarán.

               La Pirámide Perfecta es un artefacto funcional, construido inteligentemente, en base -entre otras cosas- al fenómeno
           denominado  "Simpatía  Magnética  de  la  Forma"  (SMF).  Y  ahora  pasamos  a  uno  de  los  secretos  que  hemos  logrado
           arrancar a las pirámides, donde el andamiaje de teorías oficiales respecto a sus constructores es lo que queda realmente
           sepultado,  pero  de  manera  más  que  definitiva:  Las  disposiciones  moleculares  de  los  compuestos  químicos  naturales,
           tienen proporciones de tensioactividad exactas, debido a que son obra de una Inteligencia Superior. Muy superior a la del
           hombre. El Creador del Universo ("la Naturaleza" para los ateos) sabía, sabe y sabrá lo que hace. La Ley de Gravitación
           Universal hace que toda la materia sea atraída según afinidades, ocupando el menor espacio posible. Un experimento con
           los neutrinos tendía a demostrar que esta Ley funciona también en el universo cuántico, a pesar de las contradicciones y
           paradojas  matemáticas  que  se  dan  en  esa  escala,  cientos  de  miles  de  millones  de  veces  más  pequeña  que  lo  que
           podemos  ver  a  simple  vista.  Finalmente  comprobamos  que  así  es,  pero  surgieron  de  dicho  trabajo  algunos  puntos
           misteriosos que había que resolver. Se trataba de ver qué ocurría con el agua, porque habíamos detectado que algunas
           formas moleculares bien conocidas, -como los hidrocarburos- concentran neutrinos en el interior de la molécula, al igual
           que casi todos los cristales.

               El cuarzo, por ejemplo, los acumula en forma espontánea en cuanto se le da una orientación correcta o se lo somete a
           ciertas tensiones electromagnéticas. Habíamos desarrollado un sistema que permitía ver en una pantalla de televisor el
           movimiento de las partículas en un volumen "gigantesco" de un centímetro cúbico. Realmente un volumen "astronómico",
           comparado con el tamaño de los neutrinos y aún con el de los átomos, pero podíamos enfocar, dentro de una parte de ese
           volumen,  algunos  grupos  de  moléculas  y  reconocerlas,  para  luego  enfocar  al  máximo  el  detector  y  marcar  un  punto
           determinado  dentro  de  una  molécula,  siempre  que  el  elemento  estuviera  en  absoluto  reposo,  lo  que  resultaba  difícil
           muchas veces, aún estando en terreno sin casi nada de actividad sísmica.

               En  una  gota  de  agua,  detectar  los  neutrinos  era  -si  se  me  permite  una  comparación-  como  ver  los  cardúmenes  de
           sardinas en el Pacífico, mirando desde la Luna, pero podíamos hacerlo ya a fines de 1987, gracias a los tres años que
           llevábamos mejorando sistemas, equipos y técnicas. El pasaje de neutrinos que se detectaba en cualquier punto de la gota
           de agua, tenía por lo tanto más del cincuenta por ciento de posibilidades de hallarse dentro de una molécula, en vez que
           en los intersticios entre ellas. Sin embargo, aunque observábamos la acumulación de neutrinos, no comprendíamos qué
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