Page 79 - Diálogos Psicoanálisis Número 1
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Poco más de cien años después, en
1781, se publica la Crítica de la razón
pura y se hace comprensible el
sentido del punto ciego al que alude
Foucault. Dice Kant, en el parágrafo
16 de dicha obra: ―El Yo pienso
tiene que poder acompañar
todas mis representaciones.
De lo contrario, sería
representado en mí algo que
no podría ser pensado, lo
que equivale a decir que la
representación, o bien sería imposible o, al menos, no sería nada para mí.‖ (Kant,
2014, p. 141.) Dicho de otra manera, de acuerdo con Foucault, el tema de la obra de Velázquez no son los
personajes sino la representación misma o incluso podría decirse que el tema de la pintura es la imposibilidad
de representar un sujeto unificado. El sujeto se presupone, pero no se ve a sí mismo. En la obra de Velázquez,
en 1656, ya estaba presente, por medio de la alquimia del arte, lo que en 1781 habría de hacerse explícito en la
filosofía y en la obra de Kant.
II. Lo ominoso
Sirva la anterior afirmación como premisa de una demostración más general. Ahora demos un salto al siglo XX.
Siglo corto (como algún historiador lo llamó), siglo de guerras cruentas. ―¿Qué ha pasado que no hemos
visto que venían los nazis?‖ Se preguntó Walter Benjamin antes de quitarse la vida. ¿Qué ha pasado?, po-
dríamos preguntarnos con él siguiendo su razonamiento, si en 1933 los nazis quemaron libros, si en 1935 se
dictaron las leyes de Núremberg que —como dice Juan Carlos Monedero en el libro del que esta parte de mi
texto es una paráfrasis— ―señalaban los requisitos genealógicos para ser alemán y prohibían los matrimonios
entre arios y judíos‖ (Monedero, 2013, p. 35); en 1934 los miembros de las SA habían sido ya desarticulados; en
1937 tuvo lugar la muestra de “arte degenerado” en Múnich; en 1938 tuvo lugar la anexión de Austria y en 1939
empezó la guerra. ―No teníamos herramientas conceptuales para procesar el horror.‖ Se respondió Benjamin.
―Medio siglo después —cito a Monedero—, Bauman dirá que hay un hilo directo que va
del pensamiento moderno a los hornos crematorios de Auschwitz. Un pensamiento
militarizado, endurecido, atento a los medios y desocupado de los fines, depredador,
eficiente, intolerante, riguroso, enemigo de la emocionalidad. Un pensamiento muy
ejecutivo y poco deliberativo.‖ (Monedero, 2013, p. 35.)
―No teníamos herramientas conceptuales para procesar el horror‖, se aclaraba Benjamin. Una década antes, el
horror ya estaba ahí.
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