Page 212 - Dune
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probar y examinar, pero no tiempo para modelar.
El todo era un espectro de posibilidades desde el más remoto pasado hasta el más
remoto futuro… desde lo más probable a lo más improbable. Vio su propia muerte en
innumerables versiones. Vio nuevos planetas, nuevas culturas.
Gente.
Gente.
Multitudes innumerables que no podía contar, pero cuya mente podía catalogar.
Y los hombres de la Cofradía.
Pensó: La Cofradía… este podría ser un camino para nosotros; allí mi rareza
sería aceptada como algo familiar de gran valor, siempre que pudiera asegurarla
suplementariamente con la ahora necesaria especia.
Pero la idea de vivir toda su vida con la mente tanteando aquel amasijo de futuros
posibles que guiaba las naves espaciales le aterrorizó. De todos modos, era un
camino. Y afrontando aquel futuro posible con los hombres de la Cofradía reconoció
su propia rareza.
Tengo otra visión. Veo otro paisaje: todos los senderos abiertos.
Este pensamiento despertó su seguridad y su alarma… demasiados lugares, en
aquel otro modo suyo de ver las cosas, desaparecían o giraban fuera de su vista.
Así, tan rápida como había venido, la sensación le abandonó, y comprendió que
toda la experiencia había durado tan sólo el tiempo de un latido.
Pero su consciencia había sido sacudida, cegada por una terrible luz. Miró a su
alrededor.
La noche envolvía aún la destiltienda rodeada por las rocas. El agudo dolor de su
madre llegó de nuevo hasta él.
Y su propia ausencia de dolor… Su mente era como una cavidad profunda
separada del resto, continuando implacable su tarea de recibir datos, evaluarlos,
calcularlos, rítmicamente, planteándose las preguntas y planteando las respuestas del
mismo modo que un Mentat.
Y supo que eran pocas las mentes que habían acumulado nunca una tal
abundancia de datos. Pero no por ello la profunda cavidad que era su mente resultaba
más soportable. Sintió que algo tenía que romperse. Era como si el mecanismo de
relojería de una bomba hubiera empezado a tictaquear dentro de él, más allá de sus
propios deseos. Percibió las minúsculas variaciones en torno suyo… un ligero
aumento de la humedad, una fracción de descenso de temperatura, el lento avanzar de
un insecto sobre el techo de la destiltienda, la solemne progresión del alba en el
ángulo de cielo constelado de estrellas visible a través de la parte transparente de la
tienda.
El vacío era insoportable. El saber cómo había sido puesto en marcha el
mecanismo de relojería no marcaba ninguna diferencia. Podía mirar hacia su propio
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