Page 210 - Dune
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—¡No! —dijo—. ¡Los Fremen! Pagan a la Cofradía su aislamiento, pagan con lo
que el poder del desierto pone a su disposición… la especia. No es una respuesta de
segunda aproximación, sino la única solución según los cálculos. Piensa en ello.
—Paul —dijo Jessica—, todavía no eres un Mentat; no puedes saber con
seguridad…
—Nunca seré un Mentat —dijo él—. Soy algo distinto… un fenómeno.
—¡Paul! ¿Cómo puedes decir…?
—¡Déjame solo!
Se volvió de espaldas a ella, mirando afuera, a la noche. ¿Por qué no puedo
llorar?, se maravilló. Sintió cada fibra de su ser anhelando aquel desahogo, pero
sabia que le sería negado por siempre.
Jessica nunca había notado una angustia tan profunda en la voz de su hijo.
Hubiera querido poder comprenderle, estrecharle entre sus brazos, confortarle,
ayudarle… pero sintió que no había nada que pudiera hacer. Tendría que resolver sus
problemas por sí mismo.
El brillo del manual de la Fremochila que Paul había dejado en el suelo llamó su
atención. Lo tomó y le echó una ojeada, leyendo: «Manual de “El Desierto Amigo”,
el lugar lleno de vida. Este es el ayat y el burhan de la Vida. Cree, y al-Lat nunca te
consumirá».
Se parece al Libro de Azhar, pensó, recordando sus estudios de los Grandes
Secretos. ¿Habrá pasado algún manipulador de Religiones por Arrakis?
Paul tomó el paracompás del paquete, volvió a dejarlo y dijo:
—Piensa en todos estos aparatos Fremen de aplicaciones bien precisas. Muestran
una sofisticación incomparable. Admítelo. La cultura que ha creado estos objetos
evidencia una profundidad insospechable.
Vacilando, preocupada aún por la dureza de la voz de su hijo, Jessica volvió al
libro y estudió la ilustración de una constelación del cielo de Arrakis: «Muad’Dib: El
Ratón», y notó que la cola apuntaba al norte.
Paul se volvió de nuevo hacia la oscuridad de la tienda y discernió débilmente los
movimientos de su madre revelados por el brillo del manual. Ahora es el momento de
cumplir el deseo de mi padre, pensó. Debo transmitirle su mensaje mientras aún hay
tiempo para el dolor. El dolor puede ser inoportuno más tarde. Y se sintió
impresionado por su propia exacta lógica.
—Madre —dijo.
—¿Sí?
Había captado el cambio en su voz, y un soplo helado se aferró a sus vísceras ante
aquel sonido. Nunca antes había captado un control tan férreo.
—Mi padre ha muerto —dijo Paul.
Ella buscó en su interior para acoplar los hechos con los hechos y con los hechos
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