Page 237 - Dune
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                                  Muad’Dib podía realmente ver el Futuro, pero hay que comprender que su poder era
                                  limitado. Pensad en la vista. Uno tiene los ojos, pero no puede ver sin luz. Si uno está
                                  en el fondo de un valle, no puede ver más allá de este valle. Igualmente, Muad’Dib no
                                  podía mirar siempre en el misterioso terreno del futuro. Nos dice que cualquier oscura
                                  decisión profética, tal vez la elección de una palabra en lugar de otra, puede cambiar
                                  totalmente el aspecto del futuro. Nos dice: «La visión del tiempo se convierte en una
                                  puerta muy estrecha». Y él siempre huía de la tentación de escoger un camino claro y
                                  seguro, advirtiendo: «Este sendero conduce inevitablemente al estancamiento».

                                                               De El despertar de Arrakis, por la PRINCESA IRULAN




           Cuando  los  ornitópteros  surgieron  en  el  cielo  nocturno  sobre  ellos,  Paul  aferró  a
           Jessica por un brazo.
               —¡No te muevas! —advirtió.

               Cuando pudo ver claramente el aparato que iba en cabeza a la luz de la luna, la
           forma  en  que  agitaba  las  alas  para  tomar  tierra  le  reveló  que  temerarias  manos
           movían los controles.

               —Es Idaho —susurró.
               El aparato y sus compañeros se posaron en la hondonada como una bandada de
           pájaros regresando al nido. Idaho saltó fuera de su tóptero y corrió hacia ellos antes

           incluso de que la nube de polvo se posara de nuevo. Dos figuras vestidas con ropas
           Fremen le siguieron. Paul reconoció una: el alto e inconfundible Kynes.
               —¡Por aquí! —dijo Kynes, desviándose hacia la izquierda.

               Detrás de Kynes, otros Fremen desplegaban lonas por encima de sus ornitópteros.
           Los aparatos se convirtieron en una hilera de dunas.
               Idaho se detuvo ante Paul y saludó:

               —Mi señor, los Fremen tienen un refugio temporal cerca de donde nosotros…
               —¿Qué está ocurriendo allá?
               Paul señaló hacia el combate en la distante barrera rocosa… las llamaradas de los

           chorros, los rayos púrpura de los láser entrecruzándose en el desierto.
               Una extraña sonrisa rozó la redonda y plácida faz de Idaho.
               —Mi Señor… les he preparado una pequeña sor…

               Un  resplandor  blanco,  cegador,  inundó  el  desierto,  tan  intenso  como  el  sol,
           proyectando  sus  sombras  sobre  las  rocas.  En  un  solo  movimiento,  Idaho  aferró  el

           brazo de Paul con una mano y el hombro de Jessica con la otra, empujándoles hacia
           el  fondo  de  la  hondonada.  Rodaron  por  la  arena  al  tiempo  que  el  trueno  de  la
           explosión resonaba encima de sus cabezas. La onda expansiva arrancó los fragmentos
           de roca de la escarpadura que habían abandonado hacía un momento.

               Idaho se sentó, sacudiéndose la arena de encima.
               —¡No, las atómicas familiares! —dijo Jessica—. Creía…



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