Page 239 - Dune
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barba estaban despeinados. Sus azules ojos, sin blanco, eran dos oscuros pozos bajo
           sus espesas cejas.
               En  el  momento  del  encuentro,  Kynes  pensó:  ¿Por  qué  estoy  ayudando  a  esa

           gente? Es lo más peligroso que haya hecho nunca. Podría significar mi pérdida junto
           con la de ellos.
               Después miró directamente a Paul, viendo a un muchacho que acababa de asumir

           su  pesada  carga  de  adulto,  escondiendo  su  dolor,  olvidándolo  todo  excepto  la
           posición  que  debería  asumir  en  el  futuro…  el  ducado.  Y  Kynes  captó  en  aquel
           momento que el ducado existía aún gracias a ese muchacho, y que no era algo que

           pudiera tomarse a la ligera.
               Jessica  miró  en  torno  por  toda  la  cámara,  registrándola  con  sus  sentidos  a  la
           Manera Bene Gesserit… un laboratorio, un lugar civil lleno de ángulos y de aristas

           cortados al modo antiguo.
               —Esta es una de las Estaciones Ecológicas Experimentales Imperiales que quería

           mi padre como bases de avanzada —dijo Paul.
               ¡Que quería su padre!, pensó Kynes.
               Y se preguntó de nuevo: ¿Soy tan imbécil como para ayudar a esos fugitivos?
           ¿Por  qué  lo  estoy  haciendo?  Sería  tan  fácil  capturarlos  y  comprar  con  ellos  la

           confianza de los Harkonnen.
               Paul  imitó  el  ejemplo  de  su  madre,  inspeccionando  la  cámara  con  la  mirada,

           viendo el banco de trabajo a un lado, las paredes de piedra bastamente talladas. Había
           instrumentos alineados en el banco… diales luminosos, separadores electrostáticos de
           los cuales surgían tubos de vidrio acanalado. El lugar estaba impregnado de un fuerte
           olor a ozono.

               Algunos de los Fremen se movían en torno a un rincón disimulado de la estancia
           y de allí llegaban algunos sonidos… el pulsar de una máquina, chirridos de correas y

           de engranajes.
               Paul  vio  al  fondo  de  la  cámara  algunas  jaulas  con  pequeños  animales  en  su
           interior, apiladas contra la pared.
               —Habéis  identificado  correctamente  este  lugar  —dijo  Kynes—.  ¿Para  qué  lo

           utilizaríais, Paul Atreides?
               —Para hacer este planeta habitable a los seres humanos —dijo Paul.

               Quizá es por esto por lo que les ayudo, pensó Kynes.
               Los sonidos de la máquina se interrumpieron bruscamente y hubo un silencio. Se
           oyó el chillido de un animal en las jaulas. Luego cesó de pronto, como avergonzado.

               Paul volvió de nuevo su atención a las jaulas, observando que los animales era
           murciélagos con las alas de color pardo. Un alimentador automático se extendía a
           través de la pared junto a las jaulas.

               Un Fremen emergió del rincón disimulado y le habló a Kynes:




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