Page 233 - Dune
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Hawat habló rápidamente, mientras el hombre de la pistola láser avanzaba otro
paso:
—¿Ahora ayudaréis a nuestros heridos?
—No se discute el vínculo —dijo el Fremen—. Haremos por vosotros lo que una
tribu hace por sus propios miembros. Ante todo os vestiremos y proveeremos a
vuestras necesidades.
El hombre de la pistola láser vaciló.
—¿Estamos comprando vuestra ayuda con… el agua de Arkie? —dijo el
ayudante de Hawat.
—No compramos nada —dijo Hawat—. Nos aliamos a esa gente.
—Son otras costumbres —dijo uno de sus hombres.
Hawat empezó a relajarse.
—¿Y nos ayudarán a llegar hasta Arrakeen?
—Mataremos a los Harkonnen —dijo el Fremen. Sonrió—. Y a los Sardaukar —
dio un paso atrás, puso sus manos en copa detrás de su oído, volvió la cabeza y
escuchó. Después bajó las manos y dijo—: Se acerca una máquina volante. Ocultáos
bajo la roca y permaneced inmóviles.
Hawat hizo un gesto imperativo, y sus hombres obedecieron.
El Fremen sujetó a Hawat por el brazo y le empujó con los demás.
—Combatiremos cuando llegue el tiempo de combatir —dijo. Metió su mano
bajo sus ropas y extrajo una pequeña jaula, sacando una pequeña criatura de ella.
Hawat reconoció un minúsculo murciélago. El animalillo volvió la cabeza, y
Hawat vio que tenía los ojos enteramente azules.
El Fremen acarició al murciélago, calmándolo, susurrándole cosas. Se inclinó
hacia la cabeza del animal, dejando que una gota de saliva cayera en la boca abierta
del murciélago. El murciélago desplegó sus alas, pero permaneció en la mano abierta
del Fremen. El hombre tomó un pequeño tubo, lo apoyó en la cabeza del animal, y
habló algo en su otro extremo; luego, elevó la mano y lanzó al aire la criatura.
El murciélago aleteó y desapareció tras las rocas.
El Fremen cerró la caja y la metió bajo sus ropas. Inclinó de nuevo la cabeza
hacia atrás, escuchando.
—Están rastreando las tierras altas —dijo—. Habría que preguntarse lo que están
buscando allí.
—Saben que nos hemos retirado en esa dirección —dijo Hawat.
—Uno no tiene por qué presumir que es el único objetivo de una caza —dijo el
Fremen—. Mira al otro lado de la depresión. Verás algo.
Pasó un tiempo.
Algunos de los hombres de Hawat comenzaron a agitarse, murmurando.
—Permaneced silenciosos como animales asustados —susurró el Fremen.
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