Page 230 - Dune
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quien  esta  vez  daba  la  espalda  a  la  puerta.  ¿Cómo  ha  podido  hacer  esto,  actuar
           contra su propio hijo? Pero… ¿quién sabe lo que piensa una bruja Bene Gesserit…
           si uno puede llamar a eso pensar?

               Hawat intentó tragar saliva en su reseca garganta.
               —¿Cuándo sabrás algo acerca del muchacho?
               —Sabemos  poco  de  lo  que  ocurre  en  Arrakeen  —dijo  el  Fremen.  Se  alzó  de

           hombros—. ¿Quién sabe?
               —¿Tienes algún medio de saberlo?
               —Quizá. —El Fremen se rascó la cicatriz al lado de su nariz—. Dime, Thufir

           Hawat, ¿sabes algo de las armas pesadas que han usado los Harkonnen?
               La  artillería,  pensó  amargamente  Hawat.  ¿Quién  hubiera  pensado  en  usar  la
           artillería en estos días de escudos?

               —Te refieres a la artillería que han usado para atrapar a nuestros hombres en las
           cavernas —dijo—. Tengo… un conocimiento teórico de esas armas explosivas.

               —Todo  hombre  que  se  refugia  en  una  caverna  con  una  sola  salida  merece  la
           muerte —dijo el Fremen.
               —¿Por qué me has preguntado acerca de esas armas?
               —Liet quiere saber.

               ¿Es esto entonces lo que espera de nosotros?, se preguntó Hawat.
               —¿Has venido a informarte acerca de esos grandes cañones? —dijo.

               —Liet quiere examinar por sí mismo una de esas armas.
               —En ese caso, no tenéis más que ir y tomar una —se burló Hawat.
               —Sí  —dijo  el  Fremen—.  Hemos  tomado  una.  La  hemos  ocultado  allá  donde
           Stilgar pueda estudiarla para Liet y donde Liet pueda verla con sus propios ojos si lo

           desea. Pero dudo que quiera: el arma no es de las mejores. Es mediocre para Arrakis.
               —¿Habéis… habéis tomado una? —preguntó Hawat.

               —Fue un buen combate —dijo el Fremen—. Sólo perdimos dos hombres, pero
           derramamos el agua de más de doscientos de ellos.
               Había  Sardaukars  en  cada  cañón,  pensó  Hawat.  ¡Este  loco  del  desierto  dice
           tranquilamente que sólo han perdido dos hombres contra los Sardaukar!

               —No  hubiéramos  perdido  a  esos  dos  de  no  haber  sido  por  aquellos  otros  que
           combatían  con  los  Harkonnen  —dijo  el  Fremen—.  Algunos  de  ellos  eran  bravos

           guerreros.
               Uno  de  los  hombres  de  Hawat  se  acercó  cojeando  y  se  inclinó  observando  al
           Fremen.

               —¿Estás hablando de los Sardaukar?
               —Está hablando de los Sardaukar —dijo Hawat.
               —¡Sardaukar! —dijo el Fremen, y su voz se llenó de alegría—. ¡Ahhh… eso es lo

           que eran! Entonces, fue una magnífica noche. Sardaukar. ¿De qué legión? ¿Lo sabes?




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