Page 231 - Dune
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—Nosotros… lo ignoramos —dijo Hawat.
               —Sardaukar —reflexionó el Fremen—. Pero llevaban uniformes Harkonnen. ¿No
           es eso extraño?

               —El Emperador no quiere que se sepa que combate contra una Gran Casa —dijo
           Hawat.
               —Pero tú sabes que son Sardaukar.

               —¿Quién soy yo? —dijo amargamente Hawat.
               —Tú  eres  Thufir  Hawat  —dijo  el  hombre  flemáticamente—.  Bien,  de  todos
           modos  también  hubiéramos  terminado  sabiéndolo.  Hemos  enviado  tres  prisioneros

           para que sean interrogados por los hombres de Liet.
               El  ayudante  de  Hawat  habló  lentamente,  reflejando  la  incredulidad  en  cada
           palabra:

               —¿Vosotros… habéis capturado a los Sardaukar?
               —Sólo tres —dijo el Fremen—. Luchan bien.

               Si  al  menos  hubiésemos  tenido  tiempo  para  aliarnos  con  estos  Fremen, pensó
           Hawat.  Fue  como  un  lamento  en  su  interior.  Si  al  menos  hubiésemos  podido
           adiestrarlos y armarlos. ¡Gran Madre, qué fuerza hubieran sido!
               —Quizá es tu preocupación por el Lisan al-Gaib lo que te hace vacilar —dijo el

           Fremen—. Si es realmente el Lisan al-Gaib, nada puede tocarle. No pierdas tu tiempo
           por algo que aún no ha sido probado.

               —Yo  sirvo  a…  al  Lisan  al-Gaib  —dijo  Hawat—.  Su  seguridad  es  mi
           preocupación. Me he consagrado a mí mismo a ello.
               —¿Te has consagrado a su agua?
               Hawat miró a su ayudante, que seguía estudiando fijamente al Fremen, y volvió

           su atención a la figura acuclillada.
               —A su agua, sí.

               —¿Deseas volver a Arrakeen, al lugar de su agua?
               —A… sí, al lugar de su agua.
               —¿Por qué no has dicho al principio que era un asunto de agua? —el Fremen se
           levantó, ajustando firmemente sus tampones en la nariz.

               Hawat hizo una seña con la cabeza hacia su ayudante para que volviera con los
           demás. Con un cansado encogimiento de hombros, el otro obedeció: Hawat le oyó

           murmurar algo para sí mismo.
               —Siempre hay un camino que conduce al agua —dijo el Fremen.
               Un hombre lanzó un juramento a espaldas de Hawat. Su ayudante llamó:

               —¡Thufir! Arkie acaba de morir.
               El Fremen se llevó el puño al oído.
               —¡El vínculo del agua! ¡Es un signo! —Miró a Hawat—. Hay un lugar aquí cerca

           para aceptar el agua. ¿Debo llamar a mis hombres?




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