Page 286 - Dune
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silbido especial.
               El sonido, cuando llegó, fue tan suave que el ruido de sus pasos lo cubrió. Pero
           creció en intensidad… más y más… desde el oeste.

               Bum… bum… bum… bum… repetía el martilleador.
               El  silbido  se  aproximó,  extendiéndose  en  la  noche  a  sus  espaldas.  Giraron  sus
           cabezas, sin dejar de andar, y vieron la ola del gusano avanzando.

               —Sigue moviéndote —murmuró Paul—. No mires hacia atrás. Un ruido terrible,
           furioso, estalló en las rocas que habían abandonado. Una ensordecedora avalancha de
           sonido.

               —Sigue moviéndote —repitió Paul.
               Observó que habían alcanzado el punto teórico desde el cual las dos caras, la de
           delante y la de atrás, parecían estar a idéntica distancia.

               Y,  tras  ellos,  sonó  de  nuevo  el  retumbar  de  rocas  despedazadas  dominando  la
           noche.

               Siguieron avanzando y avanzando… Sus músculos alcanzaron el estado de dolor
           mecánico que parecía prolongarse hasta el infinito, pero Paul vio que la escarpadura
           rocosa ante ellos parecía mucho más grande.
               Jessica  se  movía  en  un  vacío  de  concentración,  consciente  tan  sólo  de  una

           voluntad  desesperada  que  la  empujaba  a  seguir  caminando.  Su  boca  era  una  llaga
           reseca, pero los ruidos a su espalda anulaban cualquier esperanza de poder detenerse,

           aunque sólo fuera para beber un sorbo de agua de los bolsillos de recuperación de su
           destiltraje.
               Bum… Bum…
               Un nuevo paroxismo de furor hizo erupción en la lejana escarpadura, sofocando

           cualquier martilleo.
               ¡Silencio!

               —¡Aprisa! —susurró Paul.
               Asintió, aún sabiendo que él no podía ver su gesto. Pero necesitaba efectuarlo
           para exigir aún un poco más a sus músculos que habían superado todo límite en aquel
           movimiento innatural…

               La  pared  rocosa  y  la  seguridad  que  representaba  se  erguían  ante  ellos
           recortándose contra las estrellas, y Paul vio una llana extensión de arena entre ellos y

           su  base.  Penetró  en  ella,  tropezando  a  causa  de  la  fatiga  e  irguiéndose  en  un
           movimiento instintivo al siguiente paso.
               Un ruido resonante se elevó de la arena a todo su alrededor.

               Paul dio dos vacilantes pasos.
               ¡Booom! ¡Booom!
               —¡Un tambor de arena! —gimió Jessica.

               Paul  recuperó  su  equilibrio.  Barrió  la  arena  a  su  alrededor  con  una  ojeada:  la




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