Page 288 - Dune
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su terror primordial, para vencer el miedo atávico que amenazaba con destruir su
mente.
Paul experimentaba una especie de embriaguez. En un instante muy reciente,
había franqueado alguna barrera temporal, penetrando en un territorio que le era
desconocido. Sentía las tinieblas ante él, nada se revelaba a su ojo interior. Era como
si sus últimos pasos le hubieran arrastrado hacia un pozo sin fondo… o en el seno de
una ola donde el futuro era algo invisible. Todo el paisaje ante él se había visto
profundamente sacudido.
Lejos de aterrarle, aquella sensación de tinieblas temporales desencadenó una
hiperaceleración en sus otros sentidos. Se descubrió a sí mismo registrando los más
ínfimos detalles de la cosa que, ante ellos, surgía de la arena en su busca. Su boca
tendría unos ochenta metros de diámetro… los dientes cristalinos con la forma
curvilínea del crys brillando a su alrededor… el rugiente aliento a canela y a sutiles
aldehídos… ácidos…
El gusano oscureció la luna mientras escrutaba las rocas sobre sus cabezas. Una
lluvia de guijarros y arena se abatió en la hendidura.
Paul arrastró a su madre hacia atrás dentro del refugio.
¡Canela!
El olor lo invadía todo.
¿Qué relación hay entre el gusano y la melange?, se preguntó a sí mismo. Y
recordó que Liet-Kynes había hecho una velada insinuación acerca de una asociación
entre el gusano y la especia.
¡Barrroooouuuum!
Fue como un violento trueno, en alguna parte a su derecha.
Y luego: ¡Barrroooouuuum!
El gusano se aplastó contra la arena y permaneció unos instantes inmóvil, con la
luz destellando en sus dientes cristalinos.
¡Bum! ¡Bum! ¡Bum! ¡Bum!
¡Otro martilleador!, pensó Paul.
El ruido se repitió a su derecha.
Un estremecimiento recorrió el cuerpo del gusano. Se alejó por entre la arena.
Sólo su mitad superior surgía de ella, como la cúpula de una campana, la bóveda de
un túnel trazando su camino entre las dunas.
La arena crujió. La criatura se hundió más, retrayéndose, girando. Se convirtió tan
sólo en una amplia curva entre las dunas, alejándose.
Paul salió de la hendidura y contempló la ola de arena que avanzaba a través del
desierto, hacia el reclamo del nuevo martilleador.
Jessica acudió a su lado, escuchando: Bum… bum… bum… bum… bum…
Poco después, el ruido cesó. Paul tomó el tubo de su destiltraje, aspirando una
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