Page 287 - Dune
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escarpadura no estaría a más de doscientos metros de ellos.
Tras ellos sonó un silbido… como el viento, como la resaca en un lugar donde no
había agua.
—¡Corre! —gritó Jessica—. ¡Paul, corre!
Corrieron.
El tambor batía bajo sus pasos. Luego estuvieron fuera de él, y continuaron
corriendo sobre arena más gruesa. Por un tiempo, el correr fue un alivio para sus
músculos doloridos a causa de la arrítmica y poco familiar marcha. Ahora existía un
movimiento al que estaban acostumbrados. Ahora había ritmo. Pero la arena y la
grava dificultaban su marcha. Y el silbido del gusano acercándose era como una
tempestad a sus espaldas.
Jessica cayó sobre sus rodillas. Consiguió pensar tan sólo en su fatiga y en aquel
sonido y en el terror.
Paul la levantó, tirando de ella.
Corrieron juntos, mano contra mano.
Una pequeña estaca surgió de la arena ante ellos. La rebasaron, y vieron otra.
La mente de Jessica no se dio cuenta de ello hasta que la hubieron pasado.
Más adelante había otra… una estaca de roca con la superficie corroída por el
viento.
Y otra.
¡Roca!
La sintieron bajo sus pies, el impacto de una superficie dura que no frenaba sus
movimientos, y aquello les dio un renovado vigor.
Una profunda hendidura se abría ante ellos, proyectando su sombra vertical en el
macizo rocoso. Corrieron hacia ella, sumergiéndose en la reconfortante oscuridad.
A sus espaldas, el sonido del avanzar del gusano se detuvo.
Jessica y Paul se volvieron, oteando el desierto.
Donde se iniciaban las dunas, a una cincuentena de metros de distancia, a los pies
de una playa rocosa, una cúpula gris plateada se elevó en el desierto, chorreando ríos
y cascadas de arena a su alrededor. Se elevó más y más arriba, hasta definirse en una
enorme boca anhelante. Era un agujero redondo y negro, cuyos contornos relucían al
claro de luna.
La boca se contorsionó hacia la estrecha fisura donde se habían refugiado Paul y
Jessica. El olor a canela inundó su olfato. El reflejo de la luna destelló en los dientes
de cristal.
La gran boca osciló, avanzando y retrocediendo.
Paul contuvo la respiración.
Jessica se acuclilló, mirando fascinada.
Necesitó toda la concentración de su adiestramiento Bene Gesserit para dominar
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