Page 342 - Dune
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Un murmullo de respuesta surgió de todo el grupo:
               —Bi-lal kaifa.
               —Atraparemos a las dunas bajo plantaciones de hierba —dijo Stilgar, y su voz

           sonó más fuerte—. Mantendremos el agua en el suelo con árboles y raíces.
               —Bi-lal kaifa —entonaron los demás.
               —Cada año, los hielos polares se retraen —dijo Stilgar.

               —Bi-lal kaifa —cantaron.
               —Convertiremos Arrakis en un hogar… con lentes derretidoras en los polos, con
           lagos  en  las  zonas  templadas,  y  solamente  el  alto  desierto  para  el  hacedor  y  su

           especia.
               —Bi-lal kaifa.
               —Y ningún hombre tendrá en el futuro necesidad de agua. Podrá tomarla de los

           pozos, de los lagos y de los canales. Correrá libremente a lo largo de los qanats para
           alimentar  nuestras  plantas.  Estará  allí  para  que  cualquiera  pueda  tomarla.  Será  de

           todo el mundo, bastará que uno tan sólo ponga su mano.
               —Bi-lal kaifa.
               Jessica  captó  el  ritual  religioso  en  aquellas  palabras,  notó  su  propia  instintiva
           respuesta  reverencial.  Han  hecho  una  alianza  con  el  futuro,  pensó.  Tienen  su

           montaña que escalar. Es el sueño científico… y ese pueblo sencillo, esos campesinos,
           se han embebido de él.

               Sus  pensamientos  se  dirigieron  hacia  Liet-Kynes,  el  ecólogo  planetario  del
           Emperador, el hombre que se había transformado en un nativo… y sintió maravilla
           por él. Era un sueño capaz de capturar el alma de aquellos hombres, y sintió la mano
           del ecólogo en él. Era un sueño por el cual los hombres estarían dispuestos a morir.

           Aquel era otro de los ingredientes esenciales que necesitaría su hijo: un pueblo con
           una  finalidad.  Sería  tan  fácil  suscitar  fervor  y  fanatismo  en  un  tal  pueblo.  Podría

           empuñarlo como una espada para reconquistar su lugar.
               —Ahora debemos partir —dijo Stilgar— y esperar a que se levante la primera
           luna. Cuando Jamis esté en el buen camino, podremos volver a casa.
               Murmurando su reluctancia, el grupo le siguió hacia la escalera tallada en la roca,

           dando su espalda al agua.
               Y  Paul,  caminando  tras  Chani,  sintió  que  un  momento  vital  acababa  de

           escapársele de las manos, que había dejado pasar una decisión esencial y que ahora
           ya era prisionero de su propio mito. Sabía que había visto aquel lugar antes, en un
           fragmento de un sueño presciente en el lejano Caladan, pero había detalles de aquel

           lugar que nunca antes había visto. Una vez más, los límites de su poder le turbaron.
           Era  como  si  cabalgase  en  una  ola  del  tiempo,  a  veces  en  su  seno,  a  veces  en  su
           cima…  y  a  todo  su  alrededor  otras  olas  alzándose  y  cayendo,  revelando  y  luego

           escondiendo aquello que transportaban en su superficie.




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