Page 339 - Dune
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—Treinta litros —dijo. Uno a uno fue tomando los otros, mostrándolos a Paul y
contándolos—. Dos litros; un litro; siete medidas de agua de una dracma cada una;
una medida de agua de un tercio de dracma.
Los mantuvo en alto, colocados en su dedo, para que Paul pudiera verlos.
—¿Los aceptas? —dijo Stilgar.
Paul tragó saliva, asintió.
—Sí.
—Después —dijo Chani— te enseñaré cómo sujetarlos con un pañuelo para que
no tintineen y traicionen tu presencia cuando necesites silencio —tendió su mano.
—¿Puedes… guardarlos por mí? —preguntó Paul.
Chani miró desconcertada a Stilgar.
El hombre sonrió.
—Paul-Muad’Dib, que es Usul, no conoce aún nuestras costumbres, Chani —dijo
—. Guarda sus medidas de agua sin compromiso por tu parte hasta que llegue el
momento en que puedas mostrarle la forma de llevarlas él.
Ella asintió, tomó un pedazo de tela de debajo de su ropa y lo pasó por los anillos,
atándolo por debajo y por encima en un complicado nudo, vaciló, y luego lo metió en
su cintura.
Hay algo que se me ha escapado, pensó Paul. Notaba una irónica alegría a su
alrededor, un cierto aire de burla, y su mente la relacionó con un recuerdo de su
memoria presciente: medidas de agua ofrecidas a una mujer… un ritual de noviazgo.
—¡Maestros de agua! —llamó Stilgar.
Los demás se alzaron con un siseo de ropas. Dos hombres se destacaron del grupo
y tomaron el saco de agua. Stilgar bajó el globo y lo tomó para guiar el camino a
través de las profundidades de la caverna.
Paul se apresuró tras Chani, notando los reflejos del globo en las pétreas paredes,
las sombras danzantes, y el hecho de que todos estaban tensos, como si estuvieran
esperando algo.
Jessica, empujada entre los cuerpos que se apresuraban, arrastrada por manos
firmes, dominó un instante de pánico. Había reconocido fragmentos del ritual,
identificado los rastros de chakobsa y de bhotani-jib en las palabras pronunciadas, y
sabía la salvaje violencia que podía desencadenarse de pronto en aquellos momentos
aparentemente tranquilos.
Jan-jan-jan, pensó. Adelante-adelante-adelante.
Era como un juego de niños, liberado de toda inhibición, en manos de adultos.
Stilgar se detuvo frente a una pared de roca amarilla. Presionó la mano sobre una
protuberancia y, silenciosamente, la pared se hundió ante ellos, revelando una
abertura irregular. Pasó el primero, guiando al grupo a través de un panel oscuro con
alvéolos exagonales. Cuando Paul pasó por él, sintió un soplo de aire fresco.
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