Page 341 - Dune
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la luz del globo de Stilgar, Paul vio una extensión de agua que se perdía en las
sombras. La pared opuesta era apenas visible en la vacía oscuridad, quizá a cien
metros de distancia.
Jessica sintió que su reseca piel se distendía en sus mejillas y su frente bajo la
humedad del aire. El estanque de agua era profundo; percibió su profundidad, y
resistió el deseo de hundir sus manos en ella.
Se oyó un chapoteo a su izquierda. Miró más allá de la sombría línea de Fremen y
vio a Stilgar, con Paul a su lado y los maestros de agua que vertían su saco al
estanque a través de un medidor de flujo. El medidor era un redondo ojo gris a orillas
del estanque. Vio su registro luminoso moverse mientras el agua fluía a través de él,
lo vio detenerse en los treinta y tres litros, siete dracmas y un tercio.
Una magnifica precisión en la medida del agua, pensó Jessica. Y notó que las
paredes del medidor no retenían el menor rastro de humedad tras el paso del agua. La
tensión superficial del liquido era anulada. Aquel simple hecho era un indicio
elocuente de la tecnología Fremen: eran perfeccionistas.
Jessica se abrió camino a través de la barrera hacia Stilgar. Su camino fue
presidido por una casual amabilidad. Notó la mirada ausente de los ojos de Paul, pero
el misterio de aquel gran estanque de agua dominaba sus pensamientos.
Stilgar la miró.
—Algunos de los nuestros tienen urgente necesidad de agua —dijo—, y sin
embargo pueden venir hasta aquí y no tocarla. ¿Comprendes esto?
—Lo creo —dijo ella. Él miró hacia el estanque.
—Tenemos aquí más de treinta y ocho millones de decalitros —dijo—. Ocultos y
bien protegidos de los pequeños hacedores, a buen recaudo.
—Un tesoro —dijo ella.
Stilgar elevó el globo y la miró directamente a los ojos.
—Es mucho más que un tesoro. Tenemos millares de escondrijos como éste. Sólo
muy pocos de entre nosotros los conocen todos. —Inclinó la cabeza hacia un lado. El
globo acentuó las amarillas sombras en su rostro y barba—. ¿Oyes esto?
Escucharon.
El gotear del agua precipitada por la trampa de viento llenaba la vasta sala con su
presencia. Jessica vio reflejado el éxtasis en los rostros del inmóvil y fascinado grupo.
Sólo Paul parecía estar distante de aquella sensación de maravilla.
Para Paul, el sonido de cada gota era un momento que moría. Sentía el tiempo
fluir a su través, en instantes que no podían ser recapturados. Sintió la necesidad de
una decisión, pero no tenía la fuerza necesaria para moverse.
—Nuestras necesidades han sido calculadas con precisión —dijo Stilgar—.
Cuando hayamos alcanzado la cantidad requerida, podremos cambiar el rostro de
Arrakis.
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