Page 54 - Dune
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aspecto humano?
               —¿Quién  sabe?  —el  Duque  se  alzó  de  hombros—.  Es  un  misterio  que
           probablemente  ninguno  de  nosotros  va  a  resolver.  Tenemos  otros  problemas  más

           inmediatos… uno de ellos tú.
               —¿Yo?
               —Tu madre quiere que sea yo quien te lo diga, hijo. Ya sabes que es posible que

           poseas capacidades de Mentat.
               Paul miró a su padre, incapaz por un momento de hablar; luego:
               —¿Un Mentat? —dijo—. ¿Yo? Pero…

               —Hawat también está de acuerdo, hijo. Es cierto.
               —Pero yo creía que el adiestramiento de un Mentat debía iniciarse en la infancia,
           sin  que  el  sujeto  lo  supiera,  porque  esto  podría  inhibir  las  primeras…  —se

           interrumpió; todos los últimos acontecimientos se unieron en una única ecuación—.
           Comprendo —dijo.

               —Llega un día —dijo el Duque— en que el potencial Mentat debe ser informado
           de su condición. Ya no es posible seguir adiestrándole. Es el propio Mentat quien
           debe elegir entre continuar o abandonar el adiestramiento. Algunos pueden continuar;
           algunos otros son incapaces de hacerlo. Sólo el potencial Mentat puede decidir por sí

           mismo lo que quiere hacer.
               Paul se frotó la mandíbula. Todo el adiestramiento especial que le habían dado

           Hawat y su madre —la mnemotecnia, la focalización de la consciencia, el control
           muscular  y  la  agudización  de  las  sensibilidades,  el  estudio  de  las  lenguas  y  las
           entonaciones de las palabras— todo adquiría para él, ahora, un nuevo significado.
               —Algún día serás un Duque, hijo —dijo su padre—. Un Duque Mentat sería algo

           formidable. ¿Puedes decidir ahora… o necesitas algo de tiempo?
               No hubo vacilación en su respuesta:

               —Continuaré con el adiestramiento.
               —Formidable, de veras —murmuró el Duque, y Paul vio insinuarse en su rostro
           una sonrisa de orgullo. Aquella sonrisa impresionó a Paul: por un instante creyó ver,
           en el rostro del Duque, los rasgos de una calavera. Paul cerró los ojos, sintiendo de

           nuevo la impresión de aquella terrible finalidad. Quizá ser un Mentat sea un terrible
           destino, pensó.

               Pero, al mismo tiempo que formulaba este pensamiento, su nueva consciencia lo
           rechazó.
















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