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Con Dama Jessica y Arrakis, el sistema Bene Gesserit de implantación de leyendas a
través de la Missionaria Protectiva dio sus frutos. Ya se había podido apreciar la
sabiduría que había impulsado a diseminar por todo el universo conocido la doctrina de
un tema profético destinado a proteger el personal Bene Gesserit, pero nunca se había
sabido de una combinación tan perfecta entre personas y preparativos. Las leyendas
proféticas se habían desarrollado en Arrakis hasta la adopción de etiquetas (incluyendo
la Reverenda Madre, canto y respondu, y la mayor parte de la panoplia propheticus
Shari’ah). Y hoy es admitido generalmente que las latentes habilidades de Dama Jessica
fueron burdamente subestimadas.
De Análisis de la Crisis Arrakena, por la PRINCESA IRULAN, (Difusión privada:
B.G. clasif. AR-81088587)
Alrededor de Dama Jessica, apilada en los rincones del gran salón de Arrakeen,
amontonada en los espacios abiertos, se encontraba toda su vida, encerrada en cajas,
baúles, paquetes, valijas… en su mayor parte aún por abrir. Oyó a los descargadores
de la Cofradía que acarreaban otro cargamento desde la nave hasta la entrada.
Jessica estaba de pie en el centro del salón. Se volvió lentamente, recorriendo con
su mirada los bajorrelieves que asomaban entre las sombras, las ventanas
profundamente entalladas en las gruesas paredes. El gigantesco anacronismo de
aquella estancia le recordaba el Salón de las Hermanas en su escuela Bene Gesserit.
Pero en la escuela el efecto era cálido y acogedor. Aquí, todo era dura piedra.
Algún arquitecto había tenido que bucear profundamente en la historia para
recrear aquellas bóvedas y aquellas oscuras tapicerías, pensó. El arco del techo
culminaba dos pisos por encima de ella, con enormes vigas transversales que, estaba
segura, habían sido transportadas hasta Arrakis a un coste fabuloso. No existía ningún
planeta en el sistema que poseyera árboles capaces de proporcionar tales vigas… a
menos que las vigas fueran de imitación de madera.
No lo creía.
Aquella había sido la residencia del gobierno, en los días del Viejo Imperio. Los
costes no habían tenido una gran importancia entonces, mucho antes de los
Harkonnen y su nueva megalópolis de Carthag… un lugar de mal gusto y miserable a
unos doscientos kilómetros al nordeste, más allá de la Tierra Accidentada. Leto había
demostrado su buen juicio eligiendo aquel lugar para sede del gobierno. Ya su
nombre, Arrakeen, sonaba bien, lleno de tradición. Y era una ciudad pequeña, más
fácil de higienizar y defender.
Oyó nuevamente el ruido de las cajas que eran descargadas a la entrada, y
suspiró.
Contra una caja de cartón, a su izquierda, se hallaba apoyado el retrato del padre
del Duque. El cordón que había sujetado el embalaje colgaba a uno de sus lados
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