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—¿Por qué has venido? —inquirió sin dejar de pasear dando grandes zancadas.
—Pensé que sería mejor hablar frente a frente.
Soltó una risotada.
—Oh, sí, mucho mejor.
—Jacob, he de avisarte...
—¿Contra los agentes forestales y los cazadores? No te preocupes, ya lo
sabíamos.
—¡¿Que no me preocupe?! —inquirí con incredulidad—. Jake, llevan armas,
están tendiendo trampas, han ofrecido recompensas y...
—Podemos cuidarnos solos —gruñó sin dejar de andar—. No van a atrapar a
nadie. Sólo van a ponérnoslo un poco más difícil, pero pronto comenzarán a
desaparecer también.
—¡Jake! —murmuré.
—¡¿Qué?! Sólo es un hecho.
Palidecí de la repulsa.
—¿Cómo puedes... pensar así? Conoces a esa gente. ¡Charlie está ahí fuera!
La idea me produjo un retortijón de estómago.
Se detuvo de forma abrupta y me replicó:
—¿Y qué otra cosa podemos hacer?
Los rayos del sol confirieron una tonalidad rosácea a las nubes que pasaban
encima de nosotros. Ahora le pude ver la expresión. Estaba enfadado y frustrado, se
sentía engañado.
—¿Podrías...? Bueno, ¿podrías intentar no convertirte en... hombre lobo? —le
sugerí con un hilo de voz.
Alzó las manos al aire y bramó:
—¡Como si tuviera elección! Además, si lo que te preocupan son los
desaparecidos, ¿de qué iba a servir?
—No te entiendo.
Me lanzó una mirada con los ojos entrecerrados y frunció los labios al
refunfuñar:
—¿Sabes lo que más me molesta? —pasé por alto la hostilidad de su expresión y
negué con la cabeza, ya que parecía aguardar una respuesta—. Que seas tan
hipócrita, Bella. Estás ahí sentada, aterrada por mi causa. ¿Es eso justo?
Las manos le temblaron de ira.
—¿Hipócrita? ¿Tenerle miedo a un monstruo me convierte en una hipócrita?
—Bah —refunfuñó; se llevó las manos a las sienes y cerró los ojos con fuerza—.
¿Te has oído a ti misma?
—¡¿Qué?!
Se acercó dos pasos, se inclinó hacia delante y me miró con rabia.
—Bueno, lamento mucho no ser la clase de monstruo que te va, Bella. Supongo
que no soy tan bueno como un chupasangre, ¿no?
Me puse en pie de un salto y le devolví la mirada.
—¡No, no eres tú! —grité—. ¡No es lo que eres, sino lo que haces!
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