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Sentí que Jacob me levantaba de mi postración y me colocaba torpemente en su
regazo de forma que mi cabeza desmadejada descansara sobre su hombro. Me
sostuvo para que no perdiese el equilibrio, evitando que desfalleciera y cayera; retiró
de mi rostro el sudado pelo negro.
—¿Quién? —preguntó Jacob—. ¿Me oyes? ¡Bella, Bella!
—No era la compañera de Laurent —gemí apoyada en su hombro—, sólo eran
amigos...
—¿Necesitas un poco de agua? ¿Un médico? Dime qué he de hacer —me pidió,
frenético.
—No estoy enferma, tengo miedo... —le expliqué entre susurros. En realidad, la
palabra «miedo» no abarcaba todo el abanico de mis sentimientos.
Me dio unas palmaditas en la espalda.
—¿Temes a Victoria?
Asentí con la cabeza entre estremecimientos.
—¿Victoria es la hembra pelirroja?
Temblé de nuevo y gimoteé:
—Sí.
—¿Cómo sabes que no era la compañera del que matamos?
—Laurent me dijo que ella era la pareja de James —le expliqué mientras movía
la mano de la cicatriz de forma inconsciente.
Jacob giró mi rostro hacia él y lo mantuvo firme con su mano enorme. Clavó su
mirada en mis ojos.
—Bella, ¿te dijo algo más? Es importante. ¿Sabes qué es lo que busca?
—Por supuesto —susurré—, me busca a mí.
Sus ojos se abrieron como platos y luego los entrecerró desmesuradamente.
—¿Por qué? —inquirió.
—Edward mató a James —Jacob me aferró con tanta fuerza que resultó
innecesario mi intento de tapar el agujero de mi pecho. Su abrazo me mantuvo de
una pieza—. Victoria se ha obsesionado con él, pero Laurent dijo que ella pensaba
que sería más justo matarme a mí que a Edward. Pareja por pareja. Supongo que no
sabía, aún no lo sabe, que... —tragué con fuerza— que las cosas ya no son como antes
entre nosotros, al menos por parte de Edward.
—¿Es eso lo que sucedió? ¿Por qué se fueron los Cullen?
—Bueno, al fin y al cabo, no soy más que una humana, nada especial —le
expliqué a la vez que me encogía de hombros imperceptiblemente.
Algo muy similar a un gruñido —no un gruñido de verdad sino una
aproximación humana— retumbó en el pecho de Jacob, debajo de mi oído.
—Si ese idiota chupasangre es de verdad tan estúpido...
—Por favor —gemí—, por favor. No sigas.
Jacob vaciló y después asintió una vez.
—Esto es muy importante —repitió, ahora con aire profesional—. Es
exactamente lo que necesitábamos saber. Debemos decírselo a los demás ahora
mismo.
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