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AUTOR                                                                                               Libro
                     Se puso de pie y tiró de mí para que me incorporara. No me soltó las manos de
               la cintura para asegurarse de que no iba a caerme.
                     —Estoy bien —le mentí.
                     Pasó a tomarme de la cintura con una sola mano.
                     —Vamos.
                     Me guió de regreso al coche.
                     —¿Adonde nos dirigimos? —le pregunté.
                     —Aún no estoy seguro —admitió—. Voy a convocar un encuentro. Eh, quédate
               aquí un minuto, ¿de acuerdo? —me apoyó contra un costado del vehículo y me soltó
               la mano.
                     —¿Adonde vas?
                     —Estaré   de   vuelta   enseguida   —me   prometió.   Luego   se   giró,   atravesó   el
               aparcamiento a la carrera y cruzó la carretera para adentrarse en el bosque. Pasó
               fugazmente entre los árboles con la velocidad y la elegancia de un venado.
                     —¡Jacob! —chillé con voz ronca a sus espaldas, pero ya se había ido.
                     No era el mejor momento para quedarme sola. Estaba hiperventilando cuando
               le perdí de vista. Me arrastré al interior de la cabina del conductor y eché los seguros
               de las puertas a golpetazos. Eso no me hizo sentir mucho mejor.
                     Victoria ya me estaba acechando. Sólo era cuestión de suerte que aún no me
               hubiera encontrado, bueno, de suerte y de cinco hombres lobo adolescentes. Espiré
               con fuerza. No importaba lo que dijera Jacob, la idea de que él fuera a estar cerca de
               Victoria resultaba horripilante, y no me importaba en qué se convirtiera cuando se
               enfadaba. Veía a Victoria en mi mente, el rostro salvaje, la melena similar a las llamas,

               letal, indestructible...
                     Sin embargo, según Jacob, Laurent había muerto. ¿Era eso realmente posible?
               Edward me había dicho —de inmediato me llevé la mano al pecho para sujetármelo
               — lo difícil que resultaba matar a un vampiro, era una tarea que sólo otro de los
               suyos podía llevar a cabo. Aun así, Jake mantenía que los licántropos estaban hechos
               para esa tarea.
                     También había dicho que iban a vigilar a Charlie de forma especial, y que
               debería confiar en ellos para mantener a mi padre con vida. ¿Cómo podía creer en
               eso? ¡Ninguno de nosotros estaba a salvo! Y Jacob el que menos, máxime si intentaba
               interponerse entre Victoria y Charlie, entre Victoria y yo...
                     Me sentí como si estuviera a punto de volver a vomitar.
                     Un agudo golpeteo de nudillos en la ventanilla me hizo gritar de pánico, pero
               sólo era Jacob, que ya estaba de vuelta. Ali viada, levanté el seguro y le abrí la puerta
               con manos trémulas.
                     —Estás realmente asustada, ¿no? —me preguntó al entrar
                     Asentí con la cabeza.
                     —No lo estés. Cuidaremos de ti y también de Charlie. Lo prometo.
                     —La posibilidad de que localices a Victoria me aterra más que la perspectiva de
               que ella me encuentre a mí.
                     Se echó a reír.




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