Page 189 - e-book
P. 189

AUTOR                                                                                               Libro
                     —Mantuvimos   una   charla   muy   corta.   Procuré   no   pensar   en   ti   para   que
               ignoraran lo que estaba sucediendo. Temía que Sam me dijera que no podía llevarte.
                     —Eso no me hubiera detenido —no podía sacudirme el prejuicio de que Sam
               era un mal tipo. Me rechinaron los dientes al oír su nombre.
                     —Bueno, pero me hubiera detenido a  mí—repuso Jacob, que ahora parecía
               taciturno—. ¿Recuerdas que a veces, la noche pasada, no podía terminar las frases?
               ¿Y cómo al final no te conté toda la historia?
                     —Sí, parecías estar ahogándote o algo así.
                     Se rió entre dientes de forma misteriosa.
                     —Sí, casi, casi. Sam me ordenó que no te contara nada. Es el jefe de la manada,
               ya sabes. Es el alfa. Cuando nos dice que hagamos algo, o que no lo hagamos, bueno,
               eso significa que no podemos ignorarle.
                     —¡Qué raro! —murmuré.
                     —Mucho —admitió—. Es una cosa típica de lobos.
                     —Ya —no se me ocurría otra respuesta mejor.
                     —Sí, existen un montón de normas de ese estilo... lobunas. Yo todavía las estoy
               aprendiendo. No me imagino cómo tuvo que ser para Sam. Ya es bastante malo pasar
               por ello con el apoyo de una manada, pero él se las tuvo que apañar totalmente solo.
                     —¿Sam estaba solo?
                     —Sí—contestó Jacob con un hilo de voz—. Fue horrible, lo más aterrador por lo
               que haya pasado jamás, peor todavía de lo que podía imaginar, cuando yo... cambié.
               Pero no estaba solo... Había voces en mi mente que me explicaban lo que había
               sucedido y lo que tenía que hacer. Creo que eso fue lo que impidió que enloqueciera,

               pero Sam... —meneó la cabeza—. Sam no tuvo ayuda.
                     Eso requería que hiciera ciertas reconsideraciones por mi parte. Era difícil no
               compadecer a Sam cuando Jacob te lo explicaba de ese modo. Tuve que recordarme
               que ya no había razón alguna para odiarle.
                     —¿Se enfadarán porque vaya contigo? —pregunté.
                     Puso mala cara.
                     —Probablemente.
                     —Tal vez no debería...
                     —No, no, está bien —me aseguró—. Sabes un montón de cosas que nos van a
               ser útiles. No es como si se tratara de otro humano ignorante. Eres como... no sé...
               como una espía o algo así. Has estado tras las líneas enemigas.
                     Desaprobé aquello en mi fuero interno. ¿Era eso lo que Jacob quería de mí?
               ¿Una persona con acceso a información privilegiada que les iba a ayudar a destruir a
               sus enemigos? Sin embargo, yo no era una espía. No había reunido ese tipo de
               información. Sus palabras ya me habían hecho sentirme como una traidora.
                     Pero yo quería que él le parara los pies a Victoria, ¿no?
                     No.
                     Quería que acabaran con ella, preferiblemente antes de que me torturara hasta
               morir, atacara a Charlie o matara a otro forastero, pero no deseaba que fuera Jacob
               quien lo hiciera, ni siquiera que lo intentara. No quería a Jacob en un radio de ciento




                                                                                                   - 189 -
   184   185   186   187   188   189   190   191   192   193   194