Page 16 - La Pluma, y el Papel Femenino
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respecto a la homo o la bisexualidad. Según mi experiencia y de acuerdo a estudios en el
tema, la homosexualidad es una condición no una elección. Puedo elegir, en cambio, si voy
a practicar mi homosexualidad o no, pero el serlo está dentro de la persona como algo
inevitable, que viene dado. Al ser una condición, y no una elección, requiere de un proceso
para asumirse y en nuestro país, dado lo que indica la experiencia, se trataría de una
condición que se asume en la mayoría de los casos sobre los veinte años, por lo tanto,
ningún adolescente debería autoproclamarse homosexual con absoluta y plena seguridad,
puesto que no ha adquirido la madurez emocional que le permita vivir de buena forma esta
realidad y que a diferencia de los jóvenes heterosexuales requiere de una mayor convicción
y fuerza interna, pues deberán enfrentar la resistencia social. Otro antecedente que explica
el aumento del auto-diagnóstico de lesbianismo en nuestra sociedad tiene que ver con una
de las características femeninas por excelencia: la externalización de la felicidad. Veamos
un caso real. Cuando las adolescentes de mi generación íbamos a una fiesta o discoteca a
bailar teníamos que esperar a que, en primer lugar, nos invitaran o nos "sacaran" a bailar.
Llegado el caso, cada una de nosotras bailaba con un adolescente hombre. Yo bailaba con
Pedrito y todo lo que le pasaba a mi cuerpo mientras estaba con él —producto de este
fenómeno de externalización— era responsabilidad de "Pedrito", la taquicardia, el ponerme
colorada, etc. Nadie nos enseñó ni enseña que ésas eran reacciones normales producto del
baile, del encierro y también de las hormonas que se estaban desarrollando, y nosotras
asumimos que esto ocurría y que el fenómeno en cuestión obedece única y exclusivamente
a que Pedrito nos gustaba. Hoy las adolescentes mujeres, siguen siendo mujeres y, por lo
tanto, el fenómeno —que yo he llamado de externalización— sigue operando en ellas, con
la diferencia de que hoy bailan la mayoría de las veces solas o entre mujeres, y sucede que
el proceso de erotización lo viven entre ellas, ya no es Pedrito, es la Carolina; entonces me
quedo con la idea de que las sensaciones de mi cuerpo me las produjo ella y, a partir de un
par de experiencias como ésta, es bastante fácil —en los casos en que hay cierta
inseguridad natural sobre la definición sexual, que "ella me gusta". La experiencia clínica y
esta misma investigación me han permitido observar que una adolescente puede vivir una
experiencia lésbica y, posteriormente, continuar con su vida heterosexual, incorporando su
vivencia dentro de todos los acontecimientos de su vida. En cambio, cuando un hombre vive
una experiencia homosexual —y, quizás, producto de la pulsión biológica que precede al
acto sexual masculino— es muy difícil que haya vuelta atrás en este camino y por lo mismo
pareciera que ellos se exponen mucho menos y no incurren fácilmente en probar si les
gusta o no. En el desarrollo de lo masculino este cambio femenino —dado principalmente
por la libertad y autonomía de las mujeres para, por ejemplo, bailar solas o entre ellas—
tiene consecuencias que llevan a la desorientación. Por ejemplo, están desorientados pues
hoy en día ninguna de las habilidades de conquista que utilizaron sus padres y que ellos a
su vez aprendieron de sus padres les sirven, pues ellas salen solas, de modo que no las
puedan ir a buscar; ellas regresan por sus propios medios a sus casas, bailan solas y la
mayoría de las veces son ellas las que comienzan la seducción, no dejándoles a ellos otra
posibilidad más que la de "arremeter" con gran personalidad, y esta gran personalidad es
manejada preferentemente como agresividad. Los adolescentes suelen manifestar que
frente a las "minas" tienen dos alternativas de respuesta: o estaban con "copete" para que
no les importará el rechazo o tenían que ser agresivos para lograr su objetivo de conquista.
Y es que como ellas tienen un comportamiento agresivo "innato", pero necesitan sentirse
protegidas, entonces no queda otra que ser más agresivos que ellas y la espiral lleva a que
no falten los casos en que se vivan situaciones de violencia grave, pero que no alcanzan a
ser registradas por las estadísticas.