Page 20 - En el corazón del bosque
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entretendremos más. Seguiremos nuestro camino. Buenos días.
—Sí, buenos días —añadió el burro, volviéndose con un suspiro.
Noah les dijo adiós, pero su despedida fue menos calurosa de lo que
correspondía, dada toda la información que el salchicha (y en menor medida el
burro tragaldabas) le había ofrecido.
Unos instantes después se encontró cruzando la calle. Se detuvo ante el árbol
y tendió una mano para tocarlo, pero antes de hacerlo le pareció que gruñía, de
manera que se apartó, asustado. No fue el suave susurro del manzano del primer
pueblo; fue algo mucho más agresivo, como el rugido de un tigre protegiendo a
sus cachorros.
Noah pensó en sus padres allá en casa y en lo preocupados que estarían por
su desaparición, de la que sin duda ya se habrían enterado. No lo entenderían, por
supuesto. Pensarían que era un egoísta. Pero la idea de quedarse y ver aquello…
Se estremeció; no debía pensar en esas cosas.
Se alejó del árbol, tratando de olvidarse de sus padres, y centró su atención en
la juguetería.
Y en la puerta de entrada.
Y en el pomo.
Y, sin pretenderlo en realidad, se encontró girándolo y abriendo la puerta, y,
antes de darse cuenta siquiera, estaba dentro de la tienda y había cerrado la
puerta a su espalda.